viernes, 24 de abril de 2015

África y sus nuestros naufragios

Viene en el periódico que los hombres mueren menos que las mujeres y las criaturas en alta mar. Se valen de la fuerza física para sobrevivir en circunstancias adversas. Parece que las estrategias de grupo nos son fáciles de aplicar en momentos tan dramáticos como cuando la muerte está en las olas, esperando tranquilamente a que las energías vitales vayan desapareciendo de los cuerpos.
En la impotencia, deseaba esta mañana que los naufragios fueran de ambiciones, ahogadas irremisiblemente, incapaces de reproducir la farsa del mercado, la farsa de la palabrería, la farsa de las patrias. Recordaba aquella voz: «He andado muchos caminos, / he abierto muchas veredas; / he navegado en cien mares / y atracado en cien riberas»
Soñaba esta noche que las criaturas y mujeres sumergidas movían sus aletas azules y nadaban al valle submarino situado detrás de las rocas del fondo, con puertas que solo la carne desanimada puede traspasar. Seguramente, a la hora de este sueño, tenía la influencia de un cuento de Tich Nhat Hanh, ambientado en los naufragios provocados por piratas a quienes huían de Vietnam en los años setenta.
O era ese poema de Carmen Plaza (en su obra Amor en vela, Visor de Poesía, 2009) transformada en Sirena: «Siento crecer mi cola de sirena / cuando buceo a ráfagas // Navego por el mar de lo intangible / y cierro el círculo / para que no escape el universo. // Seduciré al tritón / de radiante cabeza leonada / que cabalga incansable / sobre el mar de los vivos y los muertos. // Perseguiré su sombra en cada ola».
En cualquier caso, desasosiego.

[Ilustraciones: Herida abierta, de John Clang. Y Carlos Lévano].

7 comentarios:

  1. Desasosiego e impotencia. No elegir el país de nacimiento es un cruel azar. Que triste que tu máxima aspiración sea ahogarte.

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    1. La impotencia. Lo que nos ayuda a vivir -la inconsciencia-, nos impele a morir.

      Saludos.

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  2. Parece muy claro que es como señala el título: sus y nuestros fracasos. Poco hemos avanzado desde las cavernas.

    Saludos

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    1. No sé si tanto como indicas, Anónimo, pero no sabemos convivir.

      Saludos.

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  3. Mucha impotencia y una tristeza profunda ante lo que vemos, estas pobres gentes que dejan la vida persiguiendo algo un poquito mejor.
    Seres humanos que se los lleva el agua junto con sus sueños.

    Yo leí hace algún tempo, que muchas de estas personas que se embarcan en estos frágiles cascarones, ni siquiera saben nadar, es tan difícil para los que vivimos rodeados de comodidades percatarnos de la desesperación de estas gentes, que aún sabiendo que sus probabilidades son muy pocas, se arriesgan y se dejan los sueños y la vida en las frías aguas de un mar que no los acoge.
    Y no se pone remedio a nada.

    Saludos

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    1. Como dices, Conxita, no se pone remedio a nada. Las comodidades y los miedos son nuestro horizonte.

      Saludos.

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  4. Hay muchos problemas en sus sitios de origen.

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