martes, 20 de septiembre de 2016

Umbrales (cambios en los caminos)

¿Cómo olvidar esa mañana
en que asaltaron mi pecho
las mariposas?
Aunque no sea muy frecuente, sí que es posible toparse con textos literarios que son concebidos en un estado especial. Pareciera que las autoras o autores fueran tocadas por alguna musa que transportara a su hacedor a espacios desconocidos hasta entonces y que le dictara las palabras a escribir, o bien que despertara una facultad creadora inusual en ellas/os, que les lleva a elaborar obras de un tirón.
Es el caso de Alma, de Manuel Machado (¡Que las olas me traigan y las olas me lleven, / y que jamás me obliguen el camino a elegir!), o de El guardador de rebaños, de Alberto Caeiro, es decir, Fernando Pessoa, en lo que se tiene por uno de los momentos de gracia de la poesía (Yo nunca guardé rebaños / pero es como si los guardara). Y lo mismo le sucedió a Claribel Alegría (1924) con Umbrales, el libro al que le pertenecen los versos que inician esta anotación.
Claribel estaba muy unida a su marido, el escritor y periodista Darwin J. Flakoll, Bud, incluso firmaban colaboraciones como Claribud. En una época en la que este se recuperaba de una enfermedad, en 1992 ‒él muere tres años más tarde‒, Claribel siente una alucinación al entrar la noche y comienza a dictar el largo poema de Umbrales, en el que suceden los cambios que desgarran nuestra vida. Durante unas horas habla los poemas y Bud los va transcribiendo. El resultado es un libro duro y entrañable, en el que logra su pretensión literaria: ser transparente sin resultar banal.
Aquí está su compromiso con lo que le rodea (Vallejo, España, Hiroshima, El Mozote, Tenancingo, etc.) y su mundo mítico (Deirdre, Lilith, Kukulkán), incluido Merlín, que extrayendo de la manga su varita
dibujó en el polvo
un pajarito renco.
«Es como tú»
me dijo
«si aprendes a volar
vas a morir mejor»

10 comentarios:

  1. Hola Ignacio, eres una fuente de conocimiento, ya que cada vez que paso por tu blog conozco a algunos personajes de los cuales no había escuchado hablar. Muy interesante tu entrada.

    Un abrazo.

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  2. Gracias, Conchi. Me alegra que te resulte útil y atractiva la bitácora.

    Es lo que tiene trabajar en una biblioteca. Estás en contacto con múltiples obras.

    Abrazos.

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  3. Interesante Ignacio, ¿las musas existen o es el trabajo duro?
    Yo soy del las que cree en las musas y también en el trabajo, pero estoy de acuerdo contigo que hay escritores y especialmente algunas de sus obras que parecen escritos bajo su total influencia y nos permiten disfrutar de maravillas.
    Un saludo

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    1. Me resulta cierto lo que comentas. La base es el trabajo. Después... hay quienes se encuentran con la fortuna de la posesión creadora.

      Saludos.

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  4. Cuando se leen cosas así, se desearía quedar poseído por "esa".

    Saludos.

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    1. ¿Y quién no, Anónimo?

      Ya sabes, no hay que perder la esperanza.

      Saludos.

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  5. Cuanta razón tienes con lo que comentas del llamado "estado de gracia" de algunos escritores/as en un momento determinado. No conozco Umbrales ni a su autora, pero me has cautivado con lo que cuentas.

    Abrazos!!

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    1. Vale, U-topia, ¿qué mas puedo pedir que cautivar con la historia contada?

      Somos débiles.

      Abrazos.

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  6. Yo como U-topia he quedado cautivada y no me lo pienso perder.
    Las musas sí existen, o la inspiración divina, ya lo creo.
    Gracias, Ignacio.
    Besos.

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    1. Pues si lo lees, Celia, ya me cuentas. No siempre nos dicen lo mismo los textos.

      Besos.

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