Cuando se presentaron los
datos de la estructura completa del ADN en 1953 ‒ya se había aislado este en el
siglo XIX‒, lo que hace que la genética sea posible entenderla a cualquiera de
los mortales que se lo propongan, estos se acompañaban con la ilustración de la
doble hélice, cuya forma se denomina la Mona Lisa de la Ciencia Moderna o se le
asimila a la escalera de Jacob ‒recuérdese la serie de Dalí y sus
explicaciones, además del Paisaje de la
mariposa, que regala a Severo Ochoa‒, en la revista Nature ‒cuyo paper, por cierto, solo ocupa una página‒, y en el posterior libro (de 1968) La doble hélice, de Francis Crick y
James Watson, sus descubridores, obra que no deja de ser una de los monumentos
clave del siglo XX.
La ilustración había sido
realizada a mano en blanco y negro por la esposa de Crick, Odile, a partir de
las explicaciones que le iba dando su marido en la sala de su casa de Cambridge.
Lo hizo con tal sencillez, precisión y perfección que, hoy en día, bastantes de
las reproducciones que se hacen de la doble hélice contienen errores que no
estaban en el primer dibujo, el cual incluye el esencial detalle de las dos
pequeñas flechas que indican la orientación contraria que llevan los dos lados
de la escalera. Dígase de paso que esta simetría antiparalela la intuye Crick
en base a la experimentación de la cristalógrafa de Londres Rosalind Franklin (1920-1958,
de quien es la foto aquí traída, la cual muere de cáncer cuatro años antes de
que su jefe, Wilkins, compartiera el Nobel con los nombrados).
Odile (Speed) Crick, artista
anglo-francesa (1920-2007), estudia dibujo y pintura en Viena, París y Londres.
El libro Cincuenta años de ADN. La doble
hélice, dirigido por Pedro García Barreno nos habla de este entorno.
[Salud. A la espera de que
la Vida conceda simetrías a quienes gobiernan la res publica].
Qué interesante Ignacio. Lo desconocía totalmente y me ha encantado descubrirlo. Gracias.
ResponderEliminarSaludos
De nada, Conxita, me alegro de que puedas descubrir algo desde aquí.
EliminarAbrazos.
Pues sí que es interesante. Yo también desconocía lo del grabado. lo que sí sabía era el caso de Rosalind Franklin. ¡Vaya suerte aciaga!
ResponderEliminarYa lo creo, Anónimo, que es una suerte aciaga. La fortuna cuenta bastante en nuestras vidas.
EliminarSaludos.
"Pintoras de la vida" que bello título has encontrado para hablarnos de este libro. Me uno a tus otras comentaristas, mi ignorancia sobre el tema es total, así que te agradezco la referencia.
ResponderEliminarAbrazos.
Pues nunca es tarde, chica. Gracias.
EliminarAbrazos.