Digamos
que en El lector impertinente de José
Luis García Martín se cumple lo que promete: «quiere menos ser un libro de
consulta (aunque también) sobre literatura contemporánea que uno de amena
lectura, como una novela de personajes y personajillos, de anécdotas y de
aventuras o juegos de la inteligencia».
El
autor (nacido en Aldeanueva del Camino, Cáceres, en 1950) es poeta, crítico
literario, antólogo, traductor, editor y, entre otras actividades, director de Clarín. Revista de nueva literatura,
pues es profesor en la Universidad de Oviedo. Además se muestra un conversador
animado en la tertulia Oliver (de la cafetería Yuppi), longeva donde las haya. Según
expresa Abelardo Linares en el prólogo, García Martín ha hecho de la
impertinencia un arte.
Sorprende,
al leer este libro, la erudición y el criterio de este profesor. Unas cien
entradas –bitácora lectora– nos proporcionan comentarios sobre autorías y
libros. De la novela a la poesía. Del relato clásico a la literatura digital (y
otras falacias). De fantasías a memorias. De Virgilio a José Ángel Valente (claro).
De Felicidad Blanc a Susana Benet.
Abundan los extractos. Así, los poemas del brasileño Mario Quintana: «Quien escribe un poema, abre una ventana. / Respira tú, que estás en una celda / sofocante / todo el aire que entra…». Y están las palabras de Jules (y Edmond) Goncourt en Memorias de la vida literaria (1851-1870): «Ayer estaba yo en un extremo de la gran mesa del castillo de Croissy. Edmon, en el otro, charlaba con Thérèse. Yo no oía nada, pero, cuando él sonrió, sonreí involuntariamente y con la cabeza en idéntica postura […] Nunca la misma alma había sido puesta en dos cuerpos».
Salud
Da un poco de envidia, en efecto, el leer estos libros. Sobre todo, de cómo pueden recordar tantas lecturas al comentar las obras.
ResponderEliminarSaludos
En efecto, Anónimo, ¿cómo puede una persona disfrutar de esa memoria y de ese plantel de lecturas?
ResponderEliminarSaludos