miércoles, 23 de junio de 2010

La Recolectora. Club de Lectura

Construir desde la libertad no es nada vano. Constituye una de las actividades más placenteras y llenas de sentido que podamos realizar las criaturas humanas. Lo vacuo son las cadenas, aunque sean familiares. Un club de lectura es un edificio levantado con la voluntad. Así ha sido durante este año La Recolectora, sesionando en la Biblioteca Pública del Estado de Burgos. Lo hemos llevado a cabo con la aristocrática prevención de El gatopardo, al tiempo que nos mecíamos en El agua que fluye, gozando de Pura anarquía, para interpretar La reina que no quiso reinar, hemos viajado a El extranjero, y sido aplastadas/os por Las rosas de piedra, al cobijo de Nubosidad variable, buscando el enigma de La historia siguiente, y acompañar a Carmen Cinco horas con Mario, mientras escuchábamos las Opiniones de un payaso, acariciando Seda nuestra Nada, para proclamar El fin de los buenos tiempos.

Allí estábamos cada quince días, los lunes, realizando el viaje de la Asamblea de los pájaros, hasta descubrir un trono y un espejo en el que mirarnos para convertirnos en nuestras propias reinas y reyes. Tal vez, las dos faenas que presentan mayor dificultad en estos empeños sean: no confundir nuestras creencias y pensamientos con las que tienen los personajes de un libro, y abrir paulatinamente el cerco de nuestro asiento para que entre el aire que sopla desde el resto. Para ello, teníamos la ayuda de nuestro particular decálogo de derechos (eligiendo un breve texto sobre cada uno): la timidez, el deseo, la fantasía, los sonidos, las máscaras, las despedidas, la lectura, la ceguera, las historias de amor, nuestra canción. Leídas en alto, al unísono. No puede faltar una refrescante cerveza al final de cada sesión.

La abeja, desde la antigüedad, es un elemento poético. Liba por las flores para elaborar su propio fruto, su texto. De ahí que hallamos elegido la pintura rupestre (Bicorp, Valencia) de una mujer recolectando miel para representarnos. Hemos estado Noemí, Juliana, Nati, Isabel, Merche, Nati, Chus, Ignacio, Lola, Margarita, Pilar, Sara, César, Elena, Belén y Elisa.

Agradecemos desde aquí las atenciones de quienes trabajan en esta biblioteca y la comprensión hacia nuestra falta de puntualidad en la salida. Disculpas.

Club de Lectura: almáciga de libertad, cauterio de penas. Miel.

5 comentarios:

  1. Me consta que a más de uno nos hubiera gustado formar parte de ese club.

    ResponderEliminar
  2. Si por mí fuera allí estaba la primera para pedir sitio para la próxima vez que se celebre, tiene una pinta estupenda

    La recolectora de abejas me trae muy buenos recuerdos

    ResponderEliminar
  3. Bueno, pues entonces tendremos que construir un club de lectura en el que quepan cincuenta, cien, mil, diezmil...

    ResponderEliminar
  4. Me sigue sorprendiendo el número de mújeres que componen los clubs de lectura, no éste generalmente todos ellos en su mayoría suelen estar compuestos de un 90% de mujeres.
    Pensareís que ello se debe a que las mujeres tienen más tiempo para ocuparse a estos menesteres, cosa naturalmente que no es cierta.
    En su mayoría, las mujeres trabajamos, y a continuación nos dedicamos a nuestras casas y a nuestras familias. Lo cual da mucho que pensar.
    Asisto a dos clubs de lectura y en ambos el porcentaje de mujer/hombre es el mismo.
    En cualquier caso, lo que es verdad es que esta actividad es estupenda, no sólo el hecho de leer sino el el encontrarte con personas que comparten tus gustos y con los que puedes departir es una experiencia maravillosa.
    Esperemos que estos clubs de lectura sigan viviendo mucho tiempo con nuestra ayuda.

    ResponderEliminar
  5. Eso esperamos, Ginebra. Gracias por la visita y el comentario.

    ResponderEliminar

Nos encantan los comentarios y que nos cuentes lo que quieras.