El nombre puede venir de “alabad al Señor”, grito de alegría dado el Sábado Santo; de ahí nació el arrojar (esa misma noche) dentro de la iglesia trozos de papel o vitela con imágenes y la palabra escrita aleluya. Después se hacía en la procesión de Pascua (y otras). Se compraban en Sábado Santo, se recortaban y se tiraban en la procesión del domingo de pascua, siendo recogidas por la chiquillería que bullía en torno a esta improvisada lluvia. Los vendedores/as gritaban Aleluyas, Aleluyas finas, que pasa la procesión. Existían también tiendas especializadas, que anunciaban su producto con un Cartelón de nueve cuadros, a la entrada de las mismas.
Comenzando, por ejemplo, con “Si tenéis buena memoria / aprended aquesta historia”, pretenden un mensaje moral educativo (son tradición) y en ella aparecen personajes, adelantos técnicos, conductas (borrachera, juegos, etc.)… Lo que más abundan son las vidas. Dar cuenta de lo nuevo, conservando lo viejo. Además de moralismo, destilan marcado sentido burlesco, que se construye mediante elementos deformadores: defectos y caracteres de la figura.
Benavente dice que ahí inició su afición a la literatura. He aquí algunas:
“Las Marías son muy frías / y de puros celos rabian; / las Franciscas vocingleras, / perezosas las Tomasas, / las Isabeles altivas, / casamenteras las Juanas…”
“Ingratos, falsos, arteros, / inconstantes, bailarines, / son Danieles, Valentones, / Vitorianos y Valeros. / Los Juanes y Baldomeros, Andreses y Celestinos, / son amigos de los vinos, / aguardientes y licores”
[Más de ello en Julio Caro Baroja, Ensayo sobre la literatura de cordel, Madrid, Revista de Occidente, 1969]
Muy interesante la entrada, todos los días son de aprender.
ResponderEliminarSaludos.
Como las estampitas de toda la vida???
ResponderEliminarMe gusta la poesía de los nombres. :)
Culturilla popular, qué bonito!
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