Para saber de amor, para aprenderle,
haber estado solo es necesario.
Y es necesario en cuatrocientas noches
–con cuatrocientos cuerpos diferentes–
haber hecho el amor. Que sus misterios,
como dijo el poeta, son del alma,
pero un cuerpo es el libro en que se leen.
(Jaime Gil de Biedma)
Aquí sí que no hay libros electrónicos. Desde el despertar abrimos (o continúa nuestro empeño en dejar cerrado) el libro del cuerpo. Leído a la luz o a la oscuridad, así es de agradecido. Expuesto al aire o cubierto de tela, vive en la piel de modo constante. Proclive a la curiosidad, su índice de contenidos es inagotable. Es manantial, río, prado y volcán. Se nos figura que una de las asignaturas más difíciles de la educación familiar es la enseñanza sobre el cuerpo. Quien, desde la niñez, lo entienda bien, calmará con maestría las ansiedades y angustias venideras.
«Nadie sabe lo que puede el cuerpo», escribía Baruch Spinoza (1632-1677), nuestro vecino filósofo. Por ello, se le somete. Las tiranías y las autoridades, aun disfrazadas de cariño, lo reducen, lo encadenan, lo engalanan…
La escritura es asemejada en numerosas ocasiones con el cuerpo. Es más, se dice que escribir es construir cuerpo. La palabra somete, pero también abre un campo de batalla contra lo instituido. De ahí que no viene nada mal la lectura de antologías de poesía femenina –cuerpo con capacidad de reproducción de cuerpos– como El poder del cuerpo, a cargo de Meri Torras, que la editorial Castalia (2009) tiene en Biblioteca de Escritoras.
El cuerpo que ahora veis
viejo y decrépito tiene el valor
de un antiguo pergamino.
[…]
Con la pátina siempre
presente de este deseo intenso
de querer estar......... junto a vosotros.
(Montserrat Abelló)
haber estado solo es necesario.
Y es necesario en cuatrocientas noches
–con cuatrocientos cuerpos diferentes–
haber hecho el amor. Que sus misterios,
como dijo el poeta, son del alma,
pero un cuerpo es el libro en que se leen.
(Jaime Gil de Biedma)
Aquí sí que no hay libros electrónicos. Desde el despertar abrimos (o continúa nuestro empeño en dejar cerrado) el libro del cuerpo. Leído a la luz o a la oscuridad, así es de agradecido. Expuesto al aire o cubierto de tela, vive en la piel de modo constante. Proclive a la curiosidad, su índice de contenidos es inagotable. Es manantial, río, prado y volcán. Se nos figura que una de las asignaturas más difíciles de la educación familiar es la enseñanza sobre el cuerpo. Quien, desde la niñez, lo entienda bien, calmará con maestría las ansiedades y angustias venideras.
«Nadie sabe lo que puede el cuerpo», escribía Baruch Spinoza (1632-1677), nuestro vecino filósofo. Por ello, se le somete. Las tiranías y las autoridades, aun disfrazadas de cariño, lo reducen, lo encadenan, lo engalanan…
La escritura es asemejada en numerosas ocasiones con el cuerpo. Es más, se dice que escribir es construir cuerpo. La palabra somete, pero también abre un campo de batalla contra lo instituido. De ahí que no viene nada mal la lectura de antologías de poesía femenina –cuerpo con capacidad de reproducción de cuerpos– como El poder del cuerpo, a cargo de Meri Torras, que la editorial Castalia (2009) tiene en Biblioteca de Escritoras.
El cuerpo que ahora veis
viejo y decrépito tiene el valor
de un antiguo pergamino.
[…]
Con la pátina siempre
presente de este deseo intenso
de querer estar......... junto a vosotros.
(Montserrat Abelló)
Y lo mejor de todo es que a pesar de conocerlo, siempre nos tiene reservada una rendija para la sorpresa.
ResponderEliminarUn abrazo.
con cuatrocientos cuerpos diferentes haber hecho el amor
ResponderEliminarGensanta, seré pardilla....
También dicen eso de que de gallina vieja se saca buen caldo.
ResponderEliminarYo me he asustado un poco con eso de los 400, me tengo que poner manos a la obra, porque sino no me va a dar tiempo con tantos, jeje
Realmente el cuerpo escribe en el espacio la radiografía de su alma.
ResponderEliminarClaro, Elena, solo es necesaria la disposición a la sorpresa. Otro abrazo para ti.
ResponderEliminarAyla, Nadia, ¿Qué son cuatrocientos para vuestra gentil figura? Como dice ebge, simplemente poner en práctica el fomento de la lectura
Este chico no quería llegar a viejo, está claro, y si llegaba más ajado y usado que un calcetín escolar... en fin, el amor verdadero sólo se vive una vez y si a la de trescientos no lo has pillao"...
ResponderEliminarclaro que el amor en palabras necesita más de cuatrocientas voces para expresarlo, se referirá a eso, si. ;)
Bueno, Mafi, el amor verdadero solo se vive una vez, ¿qué quiere decir? A lo mejor, eso de verdadero no casa del todo con amor.
ResponderEliminarBuen día, chica.
¿Y verdad qué es: plural o singular? ¿O esa sola pregunta es una trampa (o lo es esta otra)?
ResponderEliminarEse amor verdadero es extracorpóreo, no es extraterrestre, es espiritual y la verdad es única así que... singular.
ResponderEliminar400... vaya sobe...
Nunca he conocido un espíritu.
ResponderEliminarTe veo estrecho de miras... ¿no eres capaz de ver más allá de una mirada? o de oir en el silencio? de sentir sin que te toquen? de presentir que te llaman? de escuchar la más bonita música sin concierto ni acordes ni voces? yo si. ¿Quieres pruebas? es que no puedo sentir por ti, lo siento.
ResponderEliminarAsustadita me tenéis, a mi se me ha grabado la cifra 400, ay si lo oye mi abuela....
ResponderEliminardiria..."uy hija estos jóvenes de hoy son todos unos flojos" XDD
ResponderEliminarEn fin, bromas aparte, feliz fin de semana (en cuerpo y alma).
ResponderEliminarHablando de amor verdadero, yo lo descubri por fin, después de haberlo buscado en tantas camas, descubrí que dormia todas las noches en la mia. Por fin ahora ya no necesito buscar el amor, y puedo dedicarme a amar.
ResponderEliminarPor cierto, con respecto al caldo de gallina vieja. No entiendo que relacion tiene el amor a los cuerpos, con descuartizarlos.
ResponderEliminarEl cuerpo de una gallina tambien es un cuerpo, siente, sufre y puede disfrutar y amar, y lo mas importante, su cuerpo es suyo.