Hace un tiempo murió un ser querido. Nada ni nadie puede suplir esa ausencia. Ninguna palabra es capaz de expresar el sinsentido de la desaparición de alguien en plenitud. Tal vez tienen buena parte de razón el taoísmo y el budismo zen cuando señalan que la esencia de esta vida nuestra es el devenir; que lo que nos acontece está regido por un principio de transformación, el cual no tenemos la lucidez suficiente para aprehender. De ahí que cuantas menos palabras utilicemos, más nos acercaremos a la realidad antes de que cambie. Desde Horacio, pasando por Gracián o Antonio de Guevara ha habido quienes coinciden en este aserto de este último: «Porque toda la excelencia del escrebir está en que debajo de pocas palabras se digan muchas y grandes sentencias».
E. Allan Poe, por su parte, afirmó que un poema breve puede producir una «excitación que sea capaz de elevar el alma» con mayor fortuna que uno extenso, pues «toda excitación, por mera necesidad física, es transitoria».
El rocío es uno de los símbolos de la transitoriedad, de esta nuestra esencia, del devenir. Kobayashi Issa, tan citado en la moda actual del haiku, sufrió la muerte de su madre a los tres años; después, la indiferencia de su madrastra, teniendo que abandonar el hogar a los catorce para realizar sus estudios entre constantes privaciones. Al comenzar su éxito literario, falleció su padre (y tuvo problemas para heredar). Se casó, tuvo cuatro hijos… y vio cómo morían las cinco personas que le acompañaban. Al desaparecer su último hijo escribió:
E. Allan Poe, por su parte, afirmó que un poema breve puede producir una «excitación que sea capaz de elevar el alma» con mayor fortuna que uno extenso, pues «toda excitación, por mera necesidad física, es transitoria».
El rocío es uno de los símbolos de la transitoriedad, de esta nuestra esencia, del devenir. Kobayashi Issa, tan citado en la moda actual del haiku, sufrió la muerte de su madre a los tres años; después, la indiferencia de su madrastra, teniendo que abandonar el hogar a los catorce para realizar sus estudios entre constantes privaciones. Al comenzar su éxito literario, falleció su padre (y tuvo problemas para heredar). Se casó, tuvo cuatro hijos… y vio cómo morían las cinco personas que le acompañaban. Al desaparecer su último hijo escribió:
El mundo de rocío
es mundo de rocío.
Y sin embargo…
"Me gustan los textos breves" escribí en una de mis entradas para "El callejón".
ResponderEliminarQuizá porque al final he asimilado que todo en la vida es breve y transitorio. Decía Delibes "nada es largo en la vida por largo que se quiera hacer".
Un abrazo.
Desde luego nuestro mundo se mueve, pero anda que no cuesta empujarlo.
ResponderEliminarLos mejores textos breves son los de Bipolar, yo es que los haikus no los veo...
ResponderEliminarEl rocio es otra cosa, sensible, transitorio.., lástima que sólo se pueda contemplar con sueño, ja ja
Bueno, Elena, coincidimos en lo de la brevedad. Y las palabras de Delibes no dejan de ser acertadas.
ResponderEliminarUn abrazo también para ti.
Empujarlo y empujarnos, ebge. Buen día.
ResponderEliminarlástima que sólo se pueda contemplar con sueño
ResponderEliminarEs cuestión de acostarse tempranito, Ayla.
¡A ver si hay suerte!