Hablando con la Bibliotecaria de lo intrincado que resulta el libro La pasión según G.H. (1964), me comentaba que su autora, Clarice Lispector (1925-1977), le recordaba la figura de Lilith, primera mujer de la creación, anterior a Eva, que se negó a recibir órdenes de Adán y, voluntariamente, se marchó del Paraíso. Cuenta el mito sobre esta mujer, que no veía por qué tenía que estar acostada debajo del hombre cuando realizaban el acto sexual de la unión, a lo que Adán replicaba que porque lo ordenaba él. Y ello fue suficiente para que Lilit saliera volando del Edén y se marchara a la costa del Mar Rojo, lugar en el que convive con los demonios en frecuentes francachelas.
No por ello hemos de desecharla, guarda en sus páginas bocados exquisitos.
[Lilith (1892), de John Collier]
Oye, no conocía la historia de Lilith, pero me ha encantado su rebeldía.
ResponderEliminarSaludos.
Bueno, Elena, Lilit (o Lilith) es la mujer primigenia. Hay numerosas menciones en la música, literatura... sobre ella.
ResponderEliminarUn abrazo.
A veces la vida nos dota de momentos mágicos.
ResponderEliminarEsto pensaba yo, cuando dos textos muy diferentes, han golpeado por distintos motivos mi atención.
Mágicos son los sonetos que Pierre de Ronsard (1524-1585) dedica a Helena:
"Vencida por los años, en la dulce tibieza
del hogar y la luz, albos copos hilando,
dirás embelesada mis versos recordando:
Ronsard cantó los dias de mi feliz belleza.
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Y has de llorar entonces esa altivez insana...
No te niegues, escúchame, no esperes a mañana:
cíñete desde ahora las rosas de la vida."
Mágicas y casi místicas son las palabras de Clarice Lispector cuando nos habla del "Silencio": "Pero hay un momento en que del cuerpo descansado se eleva el espíritu atento, y de la tierra la luna alta. Entonces él, el silencio, aparece".
Saludos.
Sí, Elvira, ¡vaya dos textos que has traído! Gracias.
ResponderEliminarYo tampoco sabía nada de Lilith, gracias.
ResponderEliminarDicen que, en otra era, pudo dominar el matriarcado. A lo mejor, Lilith es la constancia de aquel tiempo. El documento hecho leyenda. Y el desenlace del mito: el exilio.
Ya, ebge, no suelen tener finales felices las rebeldías contra los dioses y los hombres.
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