lunes, 19 de diciembre de 2011

Colores ateos


La Bibliotecaria me convenció para que, este fin de semana, fuéramos a ver los colores del campo –«Ya sabes que Díaz Caneja pintaba a Castilla como quien pinta a una mujer»–. El retraso de las lluvias este otoño ha llevado a que se haya labrado tardíamente, con lo cual se ha sembrado poco cereal temprano y, en correlación, la mayoría de las piezas están ahora en espera del tardío. Bordeamos Soria, atravesando el Duero por su puente más reciente, y nos encaminamos en dirección a Narros. Pasados unos kilómetros, tomamos el camino que sube a un alcor, dejando el coche al abrigo de unas encinas. Casi llegando a la cima, en una caprichosa hondonada, se nos cortó la respiración. Eran tres ensenadas rojas en medio de una mar de hierba seca. Nos cogimos de la mano. El color de la tierra labrada había vaciado nuestros músculos y temimos caer.

Transcurrieron los minutos. Recuperadas, subimos a la cima, desde donde contemplamos la gama de pardos en el redondo valle, remendado con el tierno verde de algunas tablas. Casualmente, en estos días estamos leyendo (Hitch-22) al recién fallecido Cristopher Hitchens (1949-2011), un hombre que perdió la fe en sus días de juventud, sin creer por ello que accedía a la razón irrefutable –¡qué lección!–. Pocas personas, durante la segunda mitad del siglo veinte, han estado en el ojo del huracán como él. No es de extrañar ello, si reparamos en que señalaba que a Teresa de Calcuta y a Lady Dy no les interesaba la gente pobre, sino la pobreza, con el objetivo de congratularse (o tener identidad) ante la gente rica. Trató de vivir contra los totalitarismos. De ahí que dijera que es menos nocivo pensar en Dios que actuar como Dios.

6 comentarios:

  1. Uf, qué valiente en sus declaraciones y qué poco políticamente correcto. ¡Me encanta!

    Un abrazo Lavela.

    ResponderEliminar
  2. Sí, la verdad, Elena, que el hombre no tenía muchos miramientos (y, ya desde joven, era centro de atención).

    Un abrazo para ti, Elena.

    ResponderEliminar
  3. Me encanta la descripción de los paisajes en esta época.

    Sobre sus declaraciones, un tanto polémicas, sólo decir que es mejor luchar contra la pobreza, que no hacer nada, por los motivos que sean.

    ResponderEliminar
  4. La tierra parece una sucesión de paños cosidos hasta el infinito. Y los tractores que la recorren las hilanderas empeñadas en hilvanar las costuras.

    ResponderEliminar
  5. Bueno, Nadia, es una época estupenda para darse una vuelta por el campo (bien abrigadita, claro).

    ResponderEliminar
  6. Y esos brotes verdes, ebge, que van despuntando entre los terrones.

    ResponderEliminar

Nos encantan los comentarios y que nos cuentes lo que quieras.