Hace un tiempo –antes de conocer a la Bibliotecaria˗ encontré un pequeño libro en el mercadillo de los domingos de Salamanca, cuando éste se celebraba en la zona baja de la cuesta Tentenecio. Más bien es un folleto, titulado El Derecho y la Justicia, con textos de Pedro Dorado Montero, Guyau, Maeterlink, Tolstoy, etc. No tiene fecha (aunque podemos situarlo hacia 1934) y vio la luz en Valencia, por Biblioteca de Estudios. Presenta un curioso anagrama editorial, en el que se ve una figura femenina y una masculina ante un libro abierto, debajo de lo cual se lee: «Educación sexual. Ciencia. Arte. Cultura general».
Me gusta tener localizado el volumen en las estanterías de casa, no por alguna de las generalidades señaladas en lo que llevamos leído, sino por las singularidades que presenta en la parte posterior de la cubierta, en donde le hicieron dos estampaciones. La primera es un sello de pertenencia a Biblioteca Talleres Colectivos (es decir, que pertenecía a una empresa en la que había un espacio dedicado a biblioteca). La segunda es una leyenda (en tres líneas) que dice: «Respétame y trátame con cariño / pues soy el llamado a formar una / humanidad más justa». ¡Hace falta tener fe en la cultura para afirmar algo así!
Y hace falta tenerla para enfundarse una camiseta con el lema que nos muestra la aguerrida (y sugerente) pareja que encabeza nuestra anotación. Y eso que no nos lo muestran todo, pues, si se dieran la vuelta, leeríamos: «Las bibliotecas no son un gasto, son una inversión».
A la vista de lo que llevamos dicho, deberíamos preguntarnos qué parte de estos lemas no entiende la gente que nos dirige. Parece claro que, en esto de la cultura bibliotecaria, ha sufrido una involución.
Una involución en todos los aspectos, a veces creo que vamos a la Edad Media de cabeza.
ResponderEliminarSaludos Lavela.
Pues sí, Elena, parece que no nos contentamos con que nos ventilen el dinero. También lo hacen con lo que no consideran rentable.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz fin de semana.
Esto es ya un ataque en regla contra todo lo que supone el acceso libre y universal a la cultura. Todo se está poniendo demasiado preocupante.
ResponderEliminarYa lo creo, Pedro, ¿qué será de la gente si ya ni tenemos información?
ResponderEliminarEs una guerra! Es la guerra del conocimiento frente al desconocimiento, del justo frente al injusto, del débil frente al fuerte, del servicio frente a la avaricia, de la verdad frente a la mentira, y en Burgos además del calor de las bibliotecas frente al frío de la calle y de la indiferencia de quien NO NOS CONOCE, NO NOS UTILIZA, Y ENCIMA DECIDE...
ResponderEliminarEs una guerra! Es la guerra del conocimiento frente al desconocimiento, del justo frente al injusto, del débil frente al fuerte, del servicio frente a la avaricia, de la verdad frente a la mentira, y en Burgos además del calor de las bibliotecas frente al frío de la calle y de la indiferencia de quien NO NOS CONOCE, NO NOS UTILIZA, Y ENCIMA DECIDE...
ResponderEliminarYa lo creo, Amalia. Y las pelusas continúan cayendo...
ResponderEliminarLa gente que nos dirige, no sabe ni eso: dirigir, mucho menos leer lo que pone en una camiseta, si es que no anda el símbolo del euro o el del dolar o de la moneda del momento. Terminarán como el rey Midas si todo lo quieren convertido en oro...bueno hoy día en dinero más o menos virtual.
ResponderEliminarY ya sabemos, Esther, lo que dice en poema indio, que el dinero no sirve para comida (y, como bien dices, mucho menos el virtual).
ResponderEliminarAlguno dirá que qué es eso de aumentar la justicia de la humanidad del futuro, que eso es tanto como hipotecar su presente por el futuro de todos. Por tanto sería mejor hacer lo contrario: arrebatar al futuro parte de su justicia para quedársela él.
ResponderEliminarComo dicen, ebge, el futuro es nuestro
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