Los frutos nutritivos del árbol del conocimiento son los que llevan encerrados en su pulpa, cual una preciosa semilla (pero carente de sabor), el tiempo histórico
Así escribe Walter Benjamin (1892-1940), acomodado judío
berlinés, ensayista y filósofo, interesado por la Historia y las historias, ya que tiene gran capacidad de crearnos, como bien pronto comprendió desde que su madre le contara
cuentos en la niñez. El nazismo le destruye la vida, abocándolo a morir en
extrema desnudez junto al mar. Nada puede desperdiciarse.
Y así pinta Eduardo Arroyo al llevar al lienzo a Constantina
Pérez Martínez, rapada por la policía fascista en Sama de Langreo, Asturias [que encabeza esta anotación] en
septiembre de 1963. Pintar para el presente, no para conservar el pasado. Nos
lo cuenta en ese ilustrado y sugerente libro: El trío Calaveras. Goya, Benjamin, Byron-boxeador (Círculo de
Lectores, 2003).
Pintar contra la cercana barbarie.
Vaya originalidad la del título y tema del libro. Benjamin es un mito que está siendo conocido y rescatado de ese acantilado fronterizo al que fue a parar.
ResponderEliminarGracias por esta sugerente e interesante entrada!
Saludos.
De nada, Daviblio.
ResponderEliminarBenjamin y Arroyo son compañías entretenidas e interesantes.
Hay muchos frutos de ese árbol que están arriba, inaccesibles, en la copa porque tropezamos dos veces contra la misma piedra.
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