Las palabras no describen el pesarque nos aterra, es como si quisieren descubrirlejos de nosotros nuestra desmesura…
No siempre, como es lógico,
me llegan los libros. Me ha ocurrido
ello con el libro de Agnès Desarthe, Cómo
aprendí a leer. (En esto no me ha sucedido lo mismo que a nuestra conocida
Ángeles González-Sinde, que le ha resultado delicioso,
por lo que me siento algo contrariado, será que no estoy preparado lo
suficiente). No obstante, siendo judía la escritora francesa, incorpora el
paraíso talmúdico en su libro y menciona las puertas cabalísticas por las que
podemos acceder a ello. Lo traigo aquí a cuento porque, curiosamente, hace dos
semanas que tenía en el horizonte ese vergel y sus (posibles) frutos y le daba vueltas al asunto.
“Pardes” es el nombre con el
que se designa el huerto, vergel o paraíso (para griegos y romanos) en el que
se encuentran los frutos de la sabiduría y la vida. Si se le suprimen las
vocales, queda el notarikon “prds”, el cual coincide en sus cuatro letras con
cuatro maneras de entender las escrituras:
P: p’shat, o el modo literal
R: rémez, o el modo
evocador, alusivo
D: drush, o el modo
interpretativo (las teorías que podemos buscar por internet)
S: sod, o el significado
secreto
Vamos, que he dado con el
rostro de Como aprendí a leer, pero
no con su ocultamiento. Por no compararme con uno de los tres primeros sabios
que entran en el Huerto –el que ve y se queda ciego; el que ve y muere; el que ve
y se hace apóstata‒, ya que no puedo asimilarme ni de lejos al que ve y
comprende y sale ileso.
De todas las maneras, algo
he aprendido:[Los versos iniciales son de Luis Miguel Rabanal, de quien se ha reunido su poesía 2014-1977 en Este cuento se ha acabado (2015). El cuadro de Thomas Cole, El jardín del Edén].