Para Marta Sanz (1967) la
literatura es una lupa, un instrumento para hacer visible aquello que tenemos a
la vista pero que dejamos de lado. Sus novelas no dejan de soliviantar
conciencias y hacen que quienes las leen se planteen cuestiones sobre asuntos
en lo que habían pasado de puntillas. No es que sea una innovadora total ‒según
pretenden algunas críticas‒, sino que conecta con esa corriente inquieta siempre
presente en las letras españolas (y en las universales; no hay más que acordarse de la cofradía del cuero), si bien bastante apaciguada
por la línea de las grandes editoriales, que prefieren los escritos cómodos.
Animales
domésticos (2003) es una novela de Marta Sanz, el origen de cuyo título no deja
de ser sorprendente. En una reunión a la que asistía la autora con gente
lectora, una mujer comentó que había dejado de leer. Ante ello se interesan por
conocer las razones. La susodicha refiere entonces que cada vez que leía un
libro nuevo, los miembros de su familia le iban pareciendo más insulsos y
estúpidos; eran algo así como «animales domésticos». Y de ahí saca el título
para esta obra de crítica a la familia entre sus espacios públicos y privados,
que, a decir de algunos, se recrea reiteradamente en algunos clichés, hasta el
punto de volverse tediosa en determinados apartados.
La citada novela toma su
andamiaje de Miau (1888), de Benito
Pérez Galdós (1843-1920), libro al que casualmente he vuelto en estos días de
intermedio para disfrutar su prosa: «Cadalsito abría [la condenada Gramática]
con prevención y veía las letras hormiguear sobre el papel iluminado por la luz
de la lámpara colgante [de la cocina]. Parecían mosquitos revoloteando en un
rayo de sol. Leía algunos renglones. “¿Qué es el adverbio?” Las letras de la
respuesta eran las que se habían propuesto no dejarse leer, corriendo y
saltando de una margen a otra». Obra que nos remite a la conjuración de las
palabras del autor canario, en la que el aspecto animalesco de los personajes
devienen en simbólicos. El propio Galdós la consideró «obra ligera y de poca
piedra», pero el tiempo ha mostrado que no es un cabo suelto o sobras de una
anterior. En ella andan los males de nuestra sociedad.
[Salud. A la espera de que
la Vida deje de considerar un oficio el hacer políticas en la res publica].
Hola Ignacio, nunca ha leído ninguna obra de esta autora, pero me parece interesante (Animales domésticos), cuando acabe los dos que estoy leyendo buscaré este que tu no traes.
ResponderEliminarUn abrazo.
De acuerdo, Conchi. Cualquiera de sus obras tiene interés. Tal vez, las últimas sean más estimulantes. "Daniela Astor y la caja negra", por ejemplo.
EliminarAbrazos.
Me resulta muy curiosa la anécdota que insertas sobre el título "Animales curiosos".
ResponderEliminarSaludos.
Sí, Anónimo. Todo muy curioso.
EliminarSaludos.
GRACIAS
ResponderEliminarDe nada, MuCha.
EliminarInteresante, no conocía a la autora aunque me he apuntado el título aunque quizás empiece por el que recomiendas a mi tocaya.
ResponderEliminarSí que leí hace años ese Miau de Pérez Galdós y no sabía que el autor la consideró ligera, desde luego a mi no me lo pareció.
Saludos Ignacio
Creo, Conxita, que es más interesante el libro de "Daniela" (para mí, excelente literatura).
EliminarEl mismo Galdós lo escribió así (creo que a Clarín).
Saludos.