No estaría de más que las
grandes editoriales pagaran traducciones directas de idiomas poco conocidos
aquí y que lo anunciaran en las obras. Incluso que pudiéramos conocer el
currículum de quienes las hacen. No sé si el Ministerio de Educación, Cultura y
Deporte, que en estos días pasados ha promovido la campaña Autores Invisibles (aprovechando que el 30 de septiembre es el Día Internacional de la
Traducción), se plantea algún tipo de iniciativa para que suceda lo que
comentamos.
Por mi parte, he tenido la
fortuna este verano de que me regalaran dos obras bilingües de la editorial
Taiseido Shobo, japonés-español, que cuenta con la precisa labor traductora de
Elena Gallego Andrada y de Masateru Ito. Se trata de Leamos Dazai Osamu en español y de Cien poetas. Un poema cada uno. El primero se corresponde a uno de
los autores modernos más celebrados (y controvertidos) de Japón, Dazai Osamu
(1909-1948). El segundo es una de las antologías clásicas más memorizadas del
país asiático, Ogura Hyakunin Isshu,
que recopila poemas desde el siglo VII al XIII («Qué solitaria esta casa /
cubierta de malas hierbas. / Nadie me visita ― / solo viene el otoño abatido»,
Monje Egyo).
Es posible en este mundo de
la traslación, puesto que se sitúa dentro de la cultura, rondar los plagios o
las apropiaciones. La (polémica) filósofa Ayn Rand (Alissa Zinovievna Rosenbaum, 1905-1982)
en la novela La rebelión de Atlas (1957)
escribe: «Cuando adviertas que para producir necesitas la autorización de
quienes no producen nada; cuando compruebes que el dinero fluye hacia quienes
trafican no con bienes sino con favores; cuando percibas que muchos se hacen
ricos por el soborno y las influencias más que por el trabajo, y que las leyes no
te protegen contra ellos, sino que, por el contrario, son ellos los que están
protegidos contra ti; cuando repares que la corrupción es recompensada y la
honradez se convierte en un sacrificio personal, entonces podrás afirmar sin
temor a equivocarte que tu sociedad está condenada».
Quedamos con la esperanza:
«Como agua / del torrente del río / que se precipita hacia abajo / podemos ser
partidos por una roca, / pero al final / seremos uno otra vez» (Sutoku In).
[Salud. A la espera de que la
Vida conceda visión (y no visiones o delirios) a quienes gobiernan la res publica].
Interesante Ignacio porque justo esos "invisibles" consiguen que disfrutes de una obra o que te resulte pesada. Es fundamental el trabajo de los traductores y muy poco conocido.
ResponderEliminarSaludos
Ya lo creo, Conxita. Coger una obra y leerla en distintas traducciones es un ejercicio de lectura saludable. Te das cuenta hasta qué punto pueden variar.
EliminarSaludos.
Muchas gracias, Ignacio, por tus elogios a nuestras traducciones directas en la editorial Taiseido Shobo de Japón. Tratamos de esforzarnos en lo posible por transmitir con fidelidad y facilitar la comprensión de los lectores de la gran complejidad de una cultura tan diferente, sobre todo en el caso de la poesía. Nuestro objetivo es que a través de las ediciones bilingües los hispanohablantes puedan aprender japonés y los japoneses español, como hice yo misma en muchas ocasiones para aprender japonés, o simplemente disfrutar de las obras en una de las dos versiones.
ResponderEliminarLa idea de grabar las obras o parte de ellas en un CD también abre la posibilidad de disfrutar de la literatura mediante otro de nuestros sentidos y seguir la antigua tradición de la literatura oral.
Muy interesantes también las palabras de la filosofa Ayn Rand, que invitan a la reflexión sobre la transparencia del mundo en que vivimos.
Como parte de la cultura y legado de un pueblo, las traduccíones deberían estar protegidas y garantizadas, libres de intereses económicos, fraudes, amiguismos, la urgencia del mercado que todo lo engulle y realizarse desde el original, para reducir al máximos los errores y las malinterpretaciones.
No hay que olvidar que las palabras son la materia prima de la arquitectura que va conformando nuestro mundo, ya sea para tender puentes o levantar muros, y la interpretación que de el hacemos.
Un fuerte abrazo con mi agradecimiento,
Elena Gallego
Gracias a ti, Elena, por tu trabajo y tus reflexiones.
EliminarAunque no puede olvidarse que la traducción es una actividad más de un proceso económico y ahí tiene que lidiar con los ingredientes de ello, incluido el de la ambición de quienes lo manejan.
Un abrazo.
Gracias por vuestro trabajo, por vuestras traducciones, un libro en otro idioma lleva también algo del alma del que lo traduce y de cómo lo haga depende que esa obra llegue o no al corazón del lector. Tienes toda la razón Elena, pero me temo que nunca habrá un trabajo, un esfuerzo, un arte, libre del proceso económico, como dice Lavela, ni libre de la ambición de gente sin escrúpulos.
EliminarMuchas gracias, Esther y las demás participantes, por vuestras palabras. Las traducciones nos enriquecen, ensanchan nuestros horizontes, nos permiten zambullirnos en el alma universal y comprender las diferencias culturales con el objetivo de crear un mundo mejor y màs habitable para todos.
EliminarEstoy llena de agradecimiento hacia los lectores, traductores, editores y todos quienes trabajan generosamente por la cultura, la gran herramienta que dignifica al ser humano.
Un fuerte abrazo,
Elena Gallego
Vale. Me adhiero a las reflexiones de Elena en el comentario anterior. Trataré de hacerme con alguno de los libros de esa editorial.
ResponderEliminarSaludos.
Pues en eso, Anónimo, de hacerte con uno de los libros de Taiseido Shobo no puedo serte de utilidad. Seguramente Elena pueda señalarlo.
EliminarSaludos.
Para mi las traducciones son muy importantes, ya que no se idiomas, así que solo leo en castellano y catalán. Siempre nos traes unas entradas muy interesantes Ignacio, muchas gracias.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ya, Conchi, pues te ocurre como a mí. Necesitamos de la traducción para llegar a más publicaciones.
EliminarAbrazos.
Un placer pasearme por tus letras
ResponderEliminarSos una gran escritora
un abrazo desde la lluviosa Miami
Gracias.
EliminarTambién lo es el pasarnos por allí.
Abrazos.
Excelente el comentario de Ayn Rand.
ResponderEliminarLa mayoría de las personas que simpaticen con ellos, el resto queda a su aire.
Abrazos.
me encantó este final maravilloso «Como agua / del torrente del río / que se precipita hacia abajo / podemos ser partidos por una roca, / pero al final / seremos uno otra vez» (Sutoku In). Es muy adecuado para el tiempo en que vivimos.
ResponderEliminarsaluos
Ojalá alguna librería en Burgos o en Madrid se interesara por estos libros y podríamos ver manera de exportarlos en pequeña escala.
ResponderEliminarMientras tanto, la única forma de conseguir libros publicados en otro país es a través de Amazon.
El problema que existe es que la mayoría de los editores españoles no tiene conocimientos de literatura japonesa y en muchas ocasiones rechazan obras traducidas del japonés y publican, a veces sin saberlo, traducciones que creen del original, pero están llenas de errores porque han sido traducidas del inglés y han repetido dichos errores.
Sería buena idea que los lectores hiciésemos una petición en Change.org para pedir a las editoriales que no admitan traducciones indirectas o "acumuladas", como se llaman el lenguaje técnico, que dejen de tratarnos como "menores de edad" intelectualmente hablando, Y apuesten por traducciones de calidad, por qué con la calidad y rigurosidad de la cultura y de nuestra formación no se juega.
Supongamos, por ejemplo, que un investigador toma una frase o una afirmación, que cree interesante, de una traducción de una obra literaria japonesa para empezar una investigación y elaborar una teoría.
?Qué sucedería si esa frase estuviera equivocada o hubiera sido malinterpretada por que en traduce? ?A quien hay que pedir responsabilidades en este caso?
Por ejemplo, la Fundación Japón, con sede en el palacio de Cañete, plaza Mayor, Madrid, financia muchas traducciones aún a sabiendas de que no proceden del japonés, sino de una tercera lengua. Y en los libros se estafa a los lectores diciendo "traducción del japonés" o dejándolo de forma ambigua.
Las personas que dirigen las instituciones culturales no suelen ser intelectuales ni necesariamente tienen interés en la cultura.
Es un trabajo como cualquier otro, se trata de conseguir objetivos y presentar resultados, aunque estos estén desvirtuados y contengan errores de peso por el desconocimiento de la lengua y la cultura originales.
Un cordial saludo, Elena Gallego
Vaya con Ayn Rand. Transparente la mujer.
ResponderEliminar