viernes, 18 de mayo de 2018

El unicornio (Iris Murdoch)


Paso el dedo por los títulos de las novelas de Iris Murdoch (1919-1999) en la estantería de la Biblioteca del barrio. Después de un par de recorridos de ida y vuelta se detiene en El unicornio, no por nada literario, sino por el atractivo que evoca la figura. Estoy releyendo el ensayo que desarrolla la autora irlandesa sobre las Romanes Lecture en El fuego y el sol (1977). Ahí leemos que «somos atraídos a lo real bajo el aspecto de lo bello […] vencer el egoísmo en sus formas cambiantes de fantasía e ilusión es automáticamente tornarse más moral; ver lo real es ver su independencia y por tanto sus exigencias».
Al comenzar El unicornio (1963) se sabe que estamos ante una narración de hace 50 años, pero no la podemos dejar. Ahí está su origen irlandés, su impronta religiosa, sus ambientes góticos y, por si fuera poco, su espíritu feérico ‒las hadas que no he visto, pero que, haberlas, hailas‒. Según dice Ignacio Echevarría, «una irresistible combinación de vodevil filosófico, alta comedia y fábula moral, todo ello pasado por el tamiz de Shakespeare». No falta ‒no puede faltar, tratándose de Iris‒ Platón ni Simone Weil. No faltan las observaciones agudas ni los quiebros inesperados.
Diálogos en abundancia contribuyen al atractivo de la novela. Iris Murdoch, después de una prolífica carrera de novela y ensayo, sintió a partir de 1995 una especie de bloqueo de escritor, lo que resultó ser un alzheimer galopante. En los años de vida últimos tuvo los cuidados de su esposo, el también escritor y profesor de literatura inglesa John Bayley (1925-2015), lo que dio origen a que este escribiera unas memorias y un guión de película (muy exitosas, y a que se considere idílico a su matrimonio), en las que, sin embargo, se centra más en la enfermedad que en la genialidad de Murdoch (y no sé si es dado mencionar que apenas tardó una año en volver a casarse con una amiga de Iris, a cuya casa de Lanzarote solían ir de descanso).
[Salud. A la espera de que la Vida minore las astas de quienes gobiernan la res publica].

6 comentarios:

  1. Parece una figura renacentista. Una escritora para pensar, efectivamente. No conozco "El unicornio", pero seguro que no desmerece del resto de su obra.

    Saludos.

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    1. Sí, Anónimo. La fotografía está elegida por ello, además de por esa rama del árbol de la vida.

      Saludos.

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  2. Leí hace milenios "Una rosa silvestre", me encantó pero no he leído nada más suyo sin saber porqué. Habrá que buscar otra obra suya, esta que comentas me atrae.

    Un abrazo.

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    1. Pues puede que te guste también, Laura, pese a su primitivismo. Siempre sale con algo sorprendente.

      Abrazos.

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  3. Nunca he leído nada de ella, intentaré buscar en la biblioteca a ver si encuentro. Por cierto lo de "haberlas hailas" lo había escuchado para las Meigas pero no para las hadas.

    Un abrazo de Espíritu sin Nombre.

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  4. Ya, Conchi, es una licencia que me tomo con las hadas. Seguro que lo agradecen. En fin, ni entro ni salgo en ello. Cada cual puede ser libre.

    Un abrazo.

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