Los aspectos estilísticos no parecen ser una preocupación de los regímenes totalitarios. Más bien prefieren lo soso (y machacante). Si se trata de libros, no se afligen porque en las librerías se disponga o no de textos con valores literarios. (Lo mismo cabe decir de las existencias en las bibliotecas.) Pero –¡ay!– no pasan por alto el contenido de los mismos y ni siquiera se permite la simple posesión de semejantes objetos, cuando se habitan lugares en los que se practica la represión y se procede a la reeducación (léase los presidios). Siguiendo con nuestra costumbre de ilustrar con documentos de época lo que aquí afirmamos, transcribimos a continuación un mandato, de 1938, promulgado en plena euforia franquista:
«Prisión Central de Pamplona. Orden de la Dirección.
Haciendo uso de las facultades que me confieren las disposiciones vigentes, en el día de hoy he dispuesto: El Sr. Jefe de Servicios ordenará que por los funcionarios encargados de los distintos departamentos se proceda a la inmediata recogida de TODOS los libros que se encuentren en poder de los reclusos, los cuales los entregarán con una relación firmada por ellos, haciendo constar los títulos y autores de los mismos. Al hacerse cargo de ellos los funcionarios, harán saber a los reclusos, que si una vez hecha la recogida de libros se encontrara alguno en su poder, será corregido severamente.
Una vez que se haya hecho la recogida de dichos libros, el Sr. Jefe de Servicios los entregará en esta Dirección, juntamente con las relaciones firmadas por los reclusos.
Pamplona, 4 de octubre de 1938 (III Año Triunfal). La Dirección.»
Haciendo uso de las facultades que me confieren las disposiciones vigentes, en el día de hoy he dispuesto: El Sr. Jefe de Servicios ordenará que por los funcionarios encargados de los distintos departamentos se proceda a la inmediata recogida de TODOS los libros que se encuentren en poder de los reclusos, los cuales los entregarán con una relación firmada por ellos, haciendo constar los títulos y autores de los mismos. Al hacerse cargo de ellos los funcionarios, harán saber a los reclusos, que si una vez hecha la recogida de libros se encontrara alguno en su poder, será corregido severamente.
Una vez que se haya hecho la recogida de dichos libros, el Sr. Jefe de Servicios los entregará en esta Dirección, juntamente con las relaciones firmadas por los reclusos.
Pamplona, 4 de octubre de 1938 (III Año Triunfal). La Dirección.»
[Este y otros documentos relacionados con el mundo del penal, se hallan en el cedé que acompaña a la obra de Félix Sierra e Iñaki Alforja, Fuerte de San Cristóbal, 1938. La gran fuga de las cárceles franquistas (Pamiela, 2005).]
Todos los gobiernos dictatoriales han tenido siempre mucho miedo a los libros: ahora, hasta bloquean Internet.
ResponderEliminarEl poder de los libros es tal que los dictadores solo saben eliminarlos para evitar cambios, pero ni por esas consiguen lo que quieren, de todas formas siempre hay alguien tocando los pies por ahí o bloqueando
ResponderEliminarUna de las muchas prohibiciones judias era el préstamo de libros en las bibliotecas.
ResponderEliminarQue no se repita.
a ver, ¿y si todos estaban leyendo el Conde de Montecristo, o la fuga de Alcatraz o como camuflar una lima y un puñal en un bocata de chope? si yo fuera el Director del penal igual determinados libros que pueden dar ideas... jus,jus,jus... fuera de bromas... "Nunca se debe subestimar un libro", ello incluye, el quemarlos, tacharlos, arrancarlos hojas, mancharlos...
ResponderEliminarLa orden se completaba con otra en la que se prohíbía leer periódicos, incluso a la gente funcionaria mientras esta estuviera de servicio.
ResponderEliminarPues hace poco una bibliotecaria rusa denunció que las autoridades le habían hecho llegar una relación de libros que se recomendaba no prestar a los usuarios (en este caso era porque en ellos se hablaba del mundo de las drogas, así en general, desde novelas hasta artículos científicos... por si daban ideas, como dice Mafi)... los tiempos cambian, pero las mañas no :(
ResponderEliminarse prohíbía leer periódicos, incluso a la gente funcionaria
Sacando el lado divertido: algunos querrían hacerlo hoy; "estos funcionarios, que se pasan la mañana leyendo el periódico, y luego dos horas para hacer la compra..." cómo son XDDD
Es cierto, Biblioteclaria, eso de los periódicos.
ResponderEliminarAunque, tal vez, se emplea más adecuadamente el tiempo leyendo otros textos (en vez de los periódicos), por aquello de que no dicen gran cosa.