jueves, 16 de septiembre de 2010

Los suicidios de la cultura. Foxconn

Lejos quedan en Occidente aquellas fábricas en las que mujeres, hombres, niñas y niños vendían la vida por un salario de miseria. Los arrabales de nuestras ciudades han dejado de ser barrios infectos. Sin embargo, el tinglado económico que hemos montado para proveernos sí que pende sobre nuestras cabezas. Está necesitado de productos que consumir. En buena medida, hemos tranquilizado nuestra conciencia poniendo etiquetas verdes y ecológicas a esta parafernalia de supermercado. Pero, simplemente, lo que hemos hecho es alejar el problema; cerrar los ojos y desconocer de dónde viene lo que necesitamos. De ahí que se den noticias como la siguiente:


“El pasado 8 de junio, coincidiendo con el lanzamiento mundial del teléfono iPhone de Apple de cuarta generación, tuvieron lugar en Hong Kong, China continental, Taiwán y en otros lugares del mundo diversos actos de solidaridad para celebrar la Jornada Mundial en Recuerdo de las Víctimas de Foxconn. Y es que desde el pasado 27 de mayo, 10 trabajadores de entre 18 y 24 años se han suicidado en las instalaciones de producción de Foxconn Technology Group, y otros 2 se encuentran en estado grave tras intentarlo. Foxconn, con sede en Shenzhen y propiedad de Taiwan es proveedora de Apple, Nokia, HP, Dell, Sony, Sony Ericsson, Nintendo y Motorola, marcas en feroz competencia y con unos plazos de entrega cada vez más cortos, lo que redunda en unas condiciones laborales inhumanas”.

¿Qué nos pasa?

4 comentarios:

  1. Es triste pero es más fácil mirar hacia otro lado.Es lo más cómodo.

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  2. Creo que el problema de base es el sistema político que impera en esos países. Un país como China, que pretende imponer una especie de capitalismo de mercado dentro del comunismo, deriva en estas aberraciones.
    Occidente está subyugada por una fiebre consumista, no lo voy a negar, pero no es responsable de los abusos que se cometen en Taiwán o China.
    Occidente pide y Oriente le da a costa de sus propios ciudadanos. O sea, les importa más el poder económico que el bienestar de su pueblo.
    Y claro, no todos los consumidores occidentales saben cómo se fabrican los productos que consumen.

    Un beso.

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  3. Esta racionalidad económica o globalización o el monstruo funciona y lo hace caiga quien caiga. Pero el monstruo no se para ante nada, ni siquiera ante sus creadores. Los devora sin piedad. A eso lo llaman competitividad. Aquí en oriente la tardanza significaba perder un contrato millonario. Allá la redistribución vía impuestos y derechos sociales obstaculiza la libre acumulación. El monstruo no se detiene.

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  4. Quizás hemos perdido el norte, o la perspectiva o aquello que debería ser lo más importante en la vida. ¿Cuándo nos daremos cuenta?

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