lunes, 24 de enero de 2011

Las manzanas en el trigo (con el descanso eterno)

En el verano íbamos a las eras donde trillaban quienes llevaban a medias nuestras escasas fincas. Ya rondando septiembre, subían los sacos de trigo y cebada al desván, donde se hacían dos montones, esperando que llegasen los meses propicios para venderlo. Allí convivía el grano con las cajas de los muertos, las que vendían en la carpintería cuando alguien del pueblo o los alrededores moría, a las que se les daba un ligero toque de nogalina y barniz en las zonas más descascadas cuando llegaba la hora de que fenecieran bajo tierra.

En el otoño se extendían sobre el dorado fruto los racimos de uvas comprados para que se volvieran pasas, y las manzanas reinetas traídas desde el pueblo del valle, que servían para pagar en especie la reparación temporal que exigía el carro o el arado. En el trigo se conservaban durante semanas, cogiendo en los días algunas arrugas, mientras las íbamos consumiendo, cortadas en finas láminas para mejor degustarlas. Era el ritual de la merienda de las tardes escolares de invierno, entremezclada con las rebanadas de hogaza, humedecidas de vino y rociadas de azúcar.
Esta mañana he desayunado manzana reineta y nueces.

6 comentarios:

  1. Qué desayuno más bueno!, a mi también me daba mi abuelo pan con vino y azúcar, lo demás no le he conocido, pero me encanta oir estas historias de los pueblos, como se vivía tan sólo hace unos años.

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  2. La reineta en el horno se transforma en una espuma adorable, que se desborda más allá de su propio vestido como le pasa al increíble Hulk cuando se cabrea. Pero la manzana es más discreta y dulce.

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  3. Qué me vas a contar a mí que viví mi infancia en una huerta.
    Ciruelos, nísperos, nueces, membrillos, uvas de la parra...
    Cuando ya de mayor me casé y fui a comprar al mercado, me resultó extraño pagar por los frutos que de niña sólo tenía que coger del árbol.

    Un beso.

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  4. Seguro que esas dulces meriendas, Ayla, te han dejado un carácter alegre.

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  5. Nunca he estado con Hulk, egbe, pero del desborde de la reineta doy fe.

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  6. Vaya, Elena, no me extraña que te ocurriera eso. Al menos, disfrutaste algo que mucha gente ya no conoce.

    Un beso.

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