Sin duda que es uno de los documentos impresos con mayor número de avales que se hayan divulgado de mano en mano. Vio la luz el 18 de mayo de 1927, en la imprenta Girardot, y se distribuyó ampliamente por los departamentos de Tolima, Huila y Cauca, en Colombia. Llevaba por título: EL DERECHO de la mujer indígena en Colombia (Publicación N.º 1.º); el texto iba acompañado por más de 14.000 firmas de mujeres indígenas colombianas. Detrás de su redacción se adivinaba el estilo del indio Manuel Quintín Lame Chantre (1883-1967).
Las mujeres (lamistas) constituían el grueso del movimiento de reivindicación campesino indígena que se formó en las primeras décadas del siglo pasado en estas zonas de Colombia. En muchos casos, no consiguieron salvar sus tierras del acoso (violento) constante que sufrían, pero lograron conservar sus idiomas y crear una conciencia de dignidad que todavía hoy subsiste (además de una mínima autonomía política en sus cabildos). El documento se expresaba en párrafos como éste:
«De los vientres de sexo femenino indígena nacerán nuevas flores de inteligencia que llamarán la atención a toda la civilización de explotadores, calumniadores, usureros y ladrones, quienes han desterrado de los bosques, de las llanuras y de las selvas a nuestros padres, hijos y esposos; engañándolos con licores alcohólicos para poderlos despojar de sus hogares, de sus cultivos y de sus tierras».
En 1973, Publicaciones de la Rosca, de Bogotá, recogió este documento junto a otros dos de Quintín Lame en el pequeño libro Las luchas del indio que bajó de la montaña a la “civilización”. Este hombre afirmaba que “el indio se pasea mejor y más rápido que la abeja en el jardín de las Ciencias”.
Madre mía, ¡y no desfallecemos en el intento! Toda la vida, siglos y siglos luchando por nuestros derechos ¡Y no nos cansamos!
ResponderEliminarUn abrazo.
Emotivo y desgarrador, muy bueno Lavela, ¡como me gustan estos apuntes!
ResponderEliminar¡Ya lo creo, Elena! Este fue un asunto, en buena parte, perdido. Pero... la vida sigue.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Ayla. No está mal, de vez en cuando, un empujoncito.
ResponderEliminarMuy curiosa tu aportación sobre los indígenas, me alegra ver como la mujer siempre ha luchado por su gente y lo seguirá haciendo.
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