cualquiera tiempo pasado fue mejor
Escuchamos estos días consabidas frases, relativas a que la gente dedicada a la política, en nuestro tiempo, ha perdido el sentido de lo común y apenas llega a cubrir los intereses de partido, eso si logra superar el actuar en beneficio propio. Parece que en el pasado la política sí era altruista. Por ello, recordamos el libro La política juzgada por los políticos (1909), escrito por José Prat (-1932), hijo que era del conserje del Palacio de Bellas Artes de Barcelona, lugar por el que pasaban muchos representantes públicos, bien como asistentes a algún espectáculo bien como protagonistas de algún mitin. Conociendo, pues, el asunto, el autor se dedicó a recopilar frases de la propia gente política, las cuales terminaron siendo expresión de «la política condenada por los propios políticos […] por los pastores […], que tienen a la Democracia como un encumbra-listos» y un largo etcétera que aparecía en la publicación que realizó de este texto la editorial Salud y Fuerza hace algo más de un siglo.
Y no para ahí el pasado. Si nos retrotraemos bastantes años más, leeremos en carta de Voltaire a Federico de Prusia, 25 de abril de 1739, que «La palabra político significaba, en su origen, ciudadano; y hoy, gracias a nuestra perversidad, ha llegado a significar el que engaña a los ciudadanos. Devolvedle, señor, su antiguo significado».
Y Voltaire también erraba en su parescer, pues si escuchamos las opiniones de Tucídides…
Mucho me temo que está tan desvirtuado el cargo, que la palabra "político" no tiene nada que ver con su esencia primaria.
ResponderEliminar¿Voltaire? ¿Tucídides? No quieras saber lo que opinan los ciudadanos de a pie.
Un beso.
El político empieza a adquirir un sentido de clase, de casta. Desde luego tiene los recursos en su poder.
ResponderEliminarCuando la palabra "político" no era sinónimo de chupóctero, jeta, robaperas... en fin... menuda la han liado los eurodipus por no querer viajar en clase turista que rima con altruista mira tú!.
ResponderEliminarQué entrada más oportuna Lavela!!! ;)
A mi nunca me gusta generalizar, y como en todas los oficios supongo que habrá de todo. Si es cierto que representan una clase alta de la sociedad muy fácil de criticar. Creo recordar que se llama envidia o algo así ¿no?
ResponderEliminarCoñe! lo de clase alta me ha llegado al alma ¿desde cuando son clase alta? Allá en el S. XIX sí que se exigía cultura, preparación, carrera política y universitaría y eso sólo estaba al alcance de "la clase alta" hoy no se exige nada (la mitad de los curriculums falsos)y así nos va... qué penita más grande!!!
ResponderEliminarSí, Elena, por eso me he animado a escribir la entrada: por lo que oigo a los ciudadanos de a pie. Pero aquí, en las bibliotecas, ya sabes que somos gente culta ¡je, je! y había que adornarlo.
ResponderEliminarUn abrazo
ebge, cada vez más en su poder quedan los recursos.
ResponderEliminarMafi, llevas bastante razón con aquello de la altura de mucha gente política. Mucho ruido y pocas nueces.
ResponderEliminarAyla, claro que hay gente más o menos normal en política. No generalizamos sobre ello. Lo hacemos sobre la función que tiene la profesión en la sociedad y el beneficio que, a cambio, recibe.
ResponderEliminarLo de la clase alta lo decía por el sueldo, normalmente los políticos a los que se critica son los que tienen sueldos altísimos.
ResponderEliminarNo quiero hacer de abogado defensor de la clase política, lo que quería decir es que tienen sueldos envidiables pero puestos que no lo son tanto, hay que tener la espalda muy ancha para que pongan tu cara en una diana y empiecen a llover dardos, nunca llueve a gusto de todos y si eres político siempre llueven críticas, de ahí mi respeto hacia ellos por el valor que hay que tener.
Lo más fácil es criticar, pero nosotros lo haríamos mejor???
ResponderEliminarO también nos dejaríamos influenciar, no sé es un mundo que desconozco por completo y es cierto que lo que me toca vivir no es siempre lo que más me gusta, pero cómo cambiarlo???
Tienes razón Ayla, pero entonces que el político sea responsable directamente ante sus votantes, no de una forma indirecta a través de una organización interpuesta, como es el partido.
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