«Muchas veces me alegro –le digo a la Bibliotecaria– de mi costumbre de no leer novedades en novela, pues así me queda tiempo para emplearlo en otro tipo de libros como autobiografías, ensayos o, incluso, periódicos antiguos, que me reportan grandes satisfacciones». Es lo que a cualquiera puede sucederle con la lectura de Mi madre Margaret Ogilvy, de J. M. [es decir, James Mathew] Barrie (1860-1937, fallecido de neumonía), que ha dado a la luz recientemente la barcelonesa Erasmus Ediciones, en traducción de Carlos Vendrell.
Precisamente, teníamos intención de realizar en esta bitácora una entrada al libro Peter Pan en los Jardines de Kensington (de 1906), cuyas ilustraciones ya merecen una atenta mirada, cuando nos ha salido al paso este relato autobiográfico de su autor, casi único en español, pues el resto de la obra memorialística de Barrie no está traducida. No hay excusa posible para desecharlo de nuestra mesilla de noche. La figura de Margaret se agranda con el paso de las páginas, transmitiendo a su hijo su capacidad fabuladora y su pasión por la lectura.
¿Por qué crecer si su hermano David muere a los trece años (cuando él anda por los seis) en un desgraciado accidente juvenil y la madre queda petrificada en ese instante? ¿Cómo no guardar su memoria intemproral? ¿Cómo no iba a reforzarse la introversión del niño Barrie, deseando permanecer allí hasta la muerte? La prosa transparente, sencilla nos lleva por ese mundo de ternura, no exento de problemas, que puede mostrar la mirada de un niño.
Siempre hay conexiones con aquello que hemos vivido. Saberlo es una satisfacción.
ResponderEliminarAsí suele ser, desconocido. Gracias por tu comentario. Buen día.
ResponderEliminarLa figura de la madre parece que representó un papel importante en la futura dedicación del autor. Las semillas que hoy sembramos en la infancia germinan y dan frutos, aunque sea de una manera insospechada, más adelante. Esto se podría aplicar a padres y madres, pero también, cómo no, a docentes.
ResponderEliminarPor supuesto, ebge, la figura docente queda reflejada en libros como el de Profesores que dejan huella. Curiosamente, no es tan importante el impartir clases magistrales o de experimentación cuando quien las da tiene el don de la comunicación.
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