Divino favente numine inventa
‘Don precioso del cielo’ llamó
la Iglesia a la imprenta en su aparición. Pero el correr del tiempo le hace
deplorar que se hubiera descubierto esa «rueda terrible». Así lo pone de
manifiesto Antolín López Peláez (1866), leonés de Manzanal del Puerto, muchacho
de memoria prodigiosa, habitante de tierras gallegas, que llega a Burgos con una canojía de la catedral en
1893, y a partir de 1905 es obispo de Jaca y Tarragona, desde entonces senador permanente
del reino. En 1907 publica su décimo octava obra: Los daños de libro (Barcelona, Editorial Gili), en la que despacha
a gusto con la producción editorial que sale de las cada vez más perfeccionadas
máquinas impresoras, impregnadas estas maravillas de la mecánica moderna de
grande espíritu de irreligiosidad y de inmoralidad. De sus abismos, «brotan con
ímpetu de catarata diluvios de tinta venenosa; la inmensa ola negra […] sumerge
el orbe en sus más impuras heces y en sus amargos posos y corrompe la atmósfera
con sus deletéreas emanaciones».
Por ello, La censura eclesiástica –otra de sus obras, de 1904– se hace
imprescindible en la lucha contra el engaño de esas obras que constituyen el cibus animarum, ‘el alimento del alma’,
adornadas taimadamente con la galanura de la frase y el brillo de la elocuencia
–el fulgor operis y el sermonis pulchritudo (decía Orígenes)–,
con la pureza de una dicción sin tacha y la estructura galana y castiza de la
frase, con donosos giros del idioma y preseas resplandecientes de estilo, lo
cual seduce al lector y le adormece dulcemente con sus arrullos y, como Dalila
a Sansón, le corta la cabellera del temor santo. No otra cas realizan esos «bellos
espíritus de la incredulidad» como Rousseau, Víctor Hugo, Hoffman, Zola, Renán…
«La lectura de novelas puede
concluir por alterar violentamente la regularidad del funcionamiento de los
nervios, produciendo trastornos cerebrales muy profundos. Persona tan
competente é imparcial en la materia como lo era Tissot, ha hecho esta
afirmación: “de todas las causas que han dañado la salud de las mujeres, la
principal ha sido la multiplicación de las novelas en estos últimos tiempos”.
Las mujeres, sobre todo, reciben intensas emociones con su lectura; y es una
verdad, que, como escribe don Rafael Salillas en La teoría básica (Madrid, 1901), “fisiológicamente, la emoción
produce constricción ó dilatación de los vasos y espasmo de los músculos
orgánicos…. Por causa emocional se producen igualmente exaltaciones y
depresiones, claridades y obscurecimientos de la mente”. No es raro que las
mujeres entregadas á estas perturbadoras lecturas padezcan de histerismo,
tengan pesadillas, y prorrumpam por el menor motivo en llanto nervioso; y algunas
hay que al concluir una novela que las ha impresionado mucho, sienten que se
les obscurece el entendimiento y les falta la memoria, quedando durante algún
tiempo sin saber siquiera dónde están…» (página 150).
Buenas noches, Burgostecarios:
ResponderEliminarCopio unas citas de Plinio el Joven
· "Nullum esse librum tam malum ut non áliqua parte prodesset."
o (No hay libro tan malo que no sirva para algo)Epist. 3,5
"El mayor número de los males que afectan al hombre provienen del hombre mismo"
He buscado en la Red alguna información sobre D.Antolín López Peláez. He visto su afición por los libros.
¡Qué curioso que los efectos nocivos de las lecturas lo fueran solo para las mujeres!
También me ha llamado la atención, el amor del Señor Obispo por la agricultura,
y he ido hasta Albares de la Ribera, donde aún hay vides. Dejo un enlace, para conocer algo de esos hermosos paisajes y sus gentes.
Saludos.
Gracias, Gelu, tus aportaciones siempre tan interesantes. (Por cierto, aprovechamos uno de tus enlaces para la entrada, pues, como bien sugieres, no hemos puesto ninguno).
EliminarFeliz día
Qué oscuro es el temor, el miedo a lo desconocido... Y qué equivocados estaban al temer de los libros, si justamente es la ignorancia, la causa de tanta intolerancia e incomprensión entre pueblos. Si nos conociéramos más, nos odiaríamos menos.
ResponderEliminarHay un libro lleno de citas y cuadros que se llama "Las mujeres que leen son peligrosas" de la Editorial Maeva. Es delicioso, te lo recomiendo. Retrata y describe a todas aquellas mujeres que osaron abrir un libro en tiempos de ostracismo.
Un beso
Gracias, Mere, haré por encontrar el libro.
EliminarTienes razón, además, en lo de que la lectura libre nos abre vías de entendimiento. ¡Qué manía en controlar las lecturas!
Besos
Qué barbaridad. Al señor López le veo muy alterado. No hay duda de que le ha dado un "espasmo de los músculos orgánicos". Y menos mal que únicamente de los orgánicos, que si también de los otros..., terrible solo de pensarlo.
ResponderEliminarYa lo creo, ebge, el hombre estaba algo alterado. ¡Cuántas energías empleadas en prohibir!
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