Ya pasada la matraca de personalidades
locales de la “cultura” recomendando el último libro que recuerdan (por aquello
del Día del Libro), podemos estar de acuerdo con Baricco ‒un profesional del
ramo‒ en que apenas hay nada novedoso en las novelas que salen al mercado hoy
en día. Sin embargo, cuando leemos a Louise Erdrich (1954) tenemos esa certeza
de que su literatura no cuadra en baremos formales. Parece que hay quien escribe
para decirnos algo. Que tiene un destino en su existencia.
La
casa redonda (2013) es una novela de iniciación y de
remanso. De venganza y de justicia. Puede leerse como ficción real o real ficción. Literatura de raíces. Louise desciende de las tribus indias de
lengua ojiwba, asentadas en la zona de los grandes lagos, entre Canadá y
Estados Unidos. Es propietaria de una librería independiente, Birchbark Books,
sita en Minneapolis, desde donde distribuye escritos relacionados con su
pueblo. Vive en una reserva ‒«reservas naturales» las llama Reagan‒, ambiente
en el que se desenvolvieron sus padres, unidos a labores educativas. Su novela
más celebrada hasta ahora era Plaga de
palomas. Es una de las autoras que más libros vende, dentro de la corriente
en auge de las literaturas nativas en USA. Es madre.
¿Es de justicia que un hijo
de 13 años y su amigo hermano asesine al violador de su madre cuando no espera
reparación de la justicia ordinaria? Las camelias han llegado al barrio estos
días. No recuerdo si con algo de retraso respecto a anteriores temporadas
debido a las constantes lluvias de abril. Tampoco es que abunden entre el
caserío. Apenas hay dos pequeños árboles con sus flores, junto a la lechera, y
aun uno de ellos se las tiene crudas para subsistir.
Y lucen hermosas en esta
mañana de luna menguante.
Siempre me convences. Me lo apunto.
ResponderEliminarMil gracias.
Besos
En fin, Celia, me insuflas un poco de ánimo. Se agradece.
EliminarAbrazos.
Interesante la propuesta que nos traes Ignacio, con esa dura reflexión cuando la justicia no hace su papel y las personas heridas deciden tomar la justicia por su parte. Terrible decisión.
ResponderEliminarUn saludo
Ya lo creo, Conxita, que es una dura decisión. De ahí que el libro tenga un atractivo múltiple.
EliminarMe gusta esta recomendación, lo buscaré.
ResponderEliminarSaludos
Espero que disfrutes con él, Anusca.
EliminarSaludos a ti.
añado tu sugerencia a la larga lista de libros pendientes.
ResponderEliminarhermosas las flores!
Vale, Karin, aumentamos la lista.
EliminarSaludos.
Parece una opción lectora a tener en cuenta.
ResponderEliminarGracias por estas reseñas (tan particulares).
Saludos.
De nada, Anónimo. Procuramos ponerle algo de sal.
EliminarSaludos.
No conozco a la autora, me has convencido de darle una oportunidad por lo que cuentas (yo también huyo de la avalancha de novedades insustanciales).
ResponderEliminarAdoro las flores, en especial las rosas, pero las camelias son muy bonitas y también tienen aire literario :))
Un abrazo y buen fin de semana!!
Igualmente, chica.
EliminarLas camelias y Erdich me resultan una combinación atractiva.
Abrazos.
Tu recomendación es muy sugerente Ignacio. No es de justicia que un chico de 13 asesine al violador de su madre, lo único que consigue es, que al ser menor,lo ingresen en un reformatorio y arrastrar un lastre toda su vida. ¡Que belleza de flores!.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ya Conchi, aunque lo recomendable sobre un chico de 13 años toma un cariz singular en el libro comentado.
EliminarUn abrazo.
Peliagudo tema.
ResponderEliminarUn saludo.
Ya lo creo, Alfred. Según digo, en el libro se resuelve a "su" manera.
EliminarSaludos.