Recurrir a experiencias
personales para tramar una obra de ficción es algo muy común, según sabemos. En
la que ahora nos ocupa, el nombre de la protagonista coincide con el de la
autora, Chistine Angot (1959, incluso en su primitivo apellido, el materno,
Schwartz, antes de que su padre la reconociera legalmente). Es de suponer que
la urdimbre también guarda parecido con la vida de quien escribe la novela, en
cuyo caso supone un relato vívido, una expresión (a veces descarnada) de las
relaciones con su madre, con el fondo del padre Guadiana, que la lleva a contactos incestuosas en la adolescencia.
Un
amor imposible (2017) puede impactar. Y más pensando en que
tiene base concreta en una persona que nos lo está contando. Poco hay que
esforzarse para imaginar la base real de estas situaciones. Sucedidas en
nuestro entorno de forma más frecuente de lo que suponemos quienes no estamos
sometidos a esas existencias. Ya se había referido la autora a estos hechos en El incesto (1999) y en Una semana de vacaciones (2012), ambas
obras polémicas, y ahora se centra más en la convivencia que mantiene con su
madre, en donde pasa por la admiración, el rechazo y la reconciliación. (C.
Angot no se corta demasiado; incluso, ha sido denunciada [y condenada] por airear la vida privada de
personas de su entorno).
No puede decirse que
disponga de una literatura brillante. Digamos que es práctica. Es opinión común
que no llega al estilismo de la que puede ser considerada su maestra en el
escribir: Annie Ernaux (1940). Pero Un
amor imposible -el de su madre y su padre, de clase social diferente- va ganando en complejidad según avanzan las páginas. Y, al final,
seguramente agradeces el haberlo leído.
[Salud. A la espera de que
la vida disuelva los caprichos de quienes gobiernan la res publica].
Me gusta lo que has escrito
ResponderEliminarme gusta como ves un libro y lo cuentas
Abrazo desde Miami
En fin, Recomenzar, se agradecen tus palabras. Los libros son una relación más de las que tenemos en la vida. No es difícil contarla.
EliminarAbrazos (hasta Miami).
Gracias, Jacqueline. Tu página también es sugestiva.
ResponderEliminarDichoso día.
Sí que es una historia tremenda, según la cuentas. No he leído nada de esta autora. Aunque no sé si me atrae demasiado.
ResponderEliminarSaludos.
Ya, Anónimo. El asunto es vidrioso (por lo que raspa).
EliminarSaludos.
No conocía a la autora ni el libro que comentas pero me parece interesante tu comentario final de que la trama va ganando en intensidad y acabas agradeciendo leerlo.
ResponderEliminarSaludos Ignacio
Al menos, Conxita, es lo que me ha sucedido a mí este verano.
EliminarSaludos.
Salud. No espero nada de quienes gobiernan la res publica, me demuestran que provocan problemas en lugar de solucionarlos sin tener en cuenta las consecuencias sociales.
ResponderEliminarLa novela la tendré en cuenta, no la conocía.
Un abrazo!!
Totalmente de acuerdo contigo, Laura. Solo nos queda la (¿vana?) esperanza de que la Vida se lleve sus "caprichos".
EliminarAbrazos.
Me lo voy a leer. Una experiencia vivida y escrita, aunque sea muy dolorosa, transmite mucho y hace que te zambullas en la historia, espero no sufrir demasiado.
ResponderEliminarMe temo que la "res" pública o no va a ser sacrificada...