Tertuliano se ocupa de la publicatio sui. La práctica de tomar
nota de sí mismo y darla a conocer supone que pueden leerse y releerse estos
textos con el fin de aprender, al igual que escribir tratados o cartas a las
amistades implica intención de ayudarles y, del mismo modo, llevar cuadernos personales
-y aquí las bitácoras son un tesoro-
facilitan que cada cual reactive las verdades que necesita para vivir (ya
Foucault lo señala en Tecnologías del yo
y otros textos afines [Paidós, 1990]). Estamos con ello en el antiguo cuidado de sí mismo.
Me están asombrando las memorias de Ana MaríaAlvajar L. Jean (1918-2015), publicadas bajo el título Soltando lastre (2002), que ya revela en su rubro la intención
fundamental de su autora al escribirlas: exorcizar el pasado en su conciencia.
Según sucede en tantas ocasiones en este país, el asunto central sucede en unas
fechas concretas: julio de 1936 cuando se produce u golpe de Estado al que
sigue una guerra que durará casi tres años. Ella es más una víctima que la
protagonista de lo que narra. El asunto: una familia rota, que ya no vuelve a
recomponerse (y ello que ninguno de sus miembros murió, lo que no deja de ser
inusual). Una familia liberal con situación cómoda, amante del teatro, la
música... Su madre, Amparo, era presidenta de la Asociación Republicana de La
Coruña (había sido la primera mujer bachiller de la ciudad). Su padre, César,era un reconocido periodista y personalidad pública laica (que era gobernador
civil de Soria en los momentos cruciales). Su hermana mayor, Amparo, es una
joven brillante, unidad al equipo de Casares Quiroga (y, más adelante, afamada
traductora). Su hermana Teresa tambiénnos dejó su vida en Memorias dunha
republicana.
Ana María transmite sinceridad, transido el
texto de opiniones fuera de los clichés. Su mundo de cuento de hadas se truncó,
su entusiasmo fue cercenado en agraz. En 1936, con 17 años, formaba parte de la
Orquesta Filarmónica de La Coruña. Tocaba el violín con soltura, a cuyo
aprendizaje dedicaba buena parte de su tiempo. No salió de España hasta la
primavera de 1940, por lo que le tocó vivir situaciones y escenas
desconcertantes con gentes que habían tenido relación con su familia, entonces
en el exilio francés, en las que se desenvolvió con valentía. Al poco tiempo
volvió para rescatar a su hermano. Y aquí quedó obligada por las
circunstancias, pues el azar y la fortuna son personajes de estas memorias.
[Salud. A la espera de que la Vida suelte
lastre en quienes gobiernan la res
publica].
Pues sí que resulta un libro atractivo.
ResponderEliminarMagnífica esa introducción con Terencio.
Saludos.
En efecto, Anónimo, tiene esa sinceridad que se agradece en estos escritos.
EliminarSaludos.