No todo lo que sucede en la red es dataísmo,
pero de una u otra forma puede convertirse en ello. La creencia de que los
datos pueden servir para mejorar las condiciones de vida de parte de la
humanidad es el presupuesto para el fenómeno que se va conociendo como Dataísmo o la actual revolución en internet
(que tiene bastante en común con el dadaísmo). Puede decirse que constituye una
segunda Ilustración, en paralelo a lo que la estadística supuso en la primera,
a la que se le atribuía la cualidad de liberar al conocimiento de su contenido
mitológico. El Big Data, los datos -se
dice- son transparentes y fiables, superiores a la
intuición o el subjetivismo. Con ellos se construye información, con la que
sobran las teorías. Pasa, subrepticiamente, ella misma a constituirse en teoría
absolutista, a la barbarie digital.
Una de sus ramas es el Quantified Self, la mensurabilidad de la persona, de sus
pulsaciones, su rendimiento, sus sensaciones, sus estados de ánimo, hasta en la
ropa. La autopercepción a través de los números. No interesa lo narrativo, la
pregunta quién soy yo, sino qué hago. La acumulación de datos, el intercambio
de los mismos convierte a las personas en empresarias de sí mismas, en sus
vigilantes. Lleva a la esclavitud digital.
La red registra cada clic que hacemos y lo
clasifica. Estos datos se depositan en empresas que están sustituyendo a las
instituciones clásicas; los equipos de facebook o twitter manejan datos en
mayor cantidad que cualquier departamento sociológico universitario; la empresa
Acxiom, por ejemplo, sabe mucho más y
de mucha más gente que el efebei y tiene clasificados sus 300 millones de
perfiles en 70 grupos -clases sociales
digitales-, según su tendencia al consumo. Negocian con
ello, elaboran incluso prospección psicológica destinada a campañas políticas o
comerciales.
Byung-Chul Han en Psicopolítica (2014) sostiene que el Gran Hermano ha sido superado
por el Big Data, pues aquel controlaba el cuerpo, la Biopolítica, y este
controla la psique. Y no olvida.
[Salud. A la espera de que la Vida resetee a
quienes gobiernan la res publica].
Queda genial eso de "Dataísmo". Y, además, muy preciso.
ResponderEliminarGracias por la información.
Saludos.
Ya lo creo, Anónimo. Ahí estamos datados.
EliminarSaludos.
Asusta un poco o un mucho saber qué saben más de nosotros que nosotros mismos, ahora llega un poco tarde la nueva ley de protección de datos, lástima que ya lo saben todo de nosotros. No tenía ni idea qué se llamaba así.
ResponderEliminarBesos
Si, Conxita, es verdad que asusta que nos paramos a pensarlo, pero no solemos hacerlo. No sé si es positivo o no meter la cabeza debajo de tierra.
EliminarAbrazos.
Es la primera vez que leo la palabra dataísmo Ignacio, asusta pensar que nos tengan tan controlados. Una entrada para reflexionar.
ResponderEliminarUn abrazo de Espíritu sin Nombre.
Efectivamente, Conchi. ¿Cuál es nuestro papel en este mundo digital?
EliminarCualquiera sabe.
Abrazos.
Qué interesante. Ese "qué hago" es parecido a "qué misión tengo", que es reducirnos a ser un algoritmo con un objetivo.
ResponderEliminarNi más ni menos, ebge. Somos algoritmos, con resultados previsibles.
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