Salud.
Escribe Almudena Guzmán (1964)
en El príncipe rojo (2005):
Quien
hace del dolor ajeno
impasible,
rentable
y vanidosa inspiración,
no debería
pasar a la historia
ni como hombre ni como
poeta.
Hombres y poetas hay pocos.
Raposas entre las viñas los
más.
Pero no nos asomemos al
solsticio de invierno solo con bagaje pesimista. Alentemos (como hace Márcio Faraco ahora en
Brasil, con la que les está cayendo) venturas para los días venideros.
Más Salud.
Sabios versos de Almudena Gúzman, aquella poeta que descubrí en el año de 1985, en el libro de Ramón Buenaventura de " Las diosas Blancas", siendo ella, con Luisa Castro, las benjamina de todas aquellas mujeres, que se nos dieron a conocer.
ResponderEliminarLos poemas que se publican en este libro son de cuando Almudena tenía veintiún años y ya fueron impactantes por su profundidad, su ritmo y su lenguaje.
Como hablas del solsticio de invierno, te dejo este poema suyo escrito en su juventud:
YA ESTA hecho:
Como me conozco,
presiento que mañana será peor,
y que pasado mañana querré volver a tu invernadero
metidita de lleno en las socorridas manoplas de la costumbre.
Pero ahora que me pongo los calcetines,
veo un diminuto agujero a la altura del dedo gordo;
el necesario para que se cuele diciembre
y me constipe definitivamente de su saber estar solo.
Un abrazo
Gracias, Ele.
ResponderEliminarEfectivamente, escribir algo así en la juventud exige dominios de varios tiempos y espacios.
Abrazos.
Una unión necesaria para contrarrestar la ausencia de sensibilidad ante el dolor.
ResponderEliminarSaludos.
Eso pretendíamos, Anónimo.
ResponderEliminarSaludos.
Me gusta mucho Almudena Guzmán.
ResponderEliminarLa verdad es que el mundo se está poniendo muy difícil, no soy nada optimista.
Un abrazo.
Si nos paramos a pensar, la verdad que no invita el panorama al optimismo.
ResponderEliminarAbrazos.