Águeda, Armonía, Rosa y
Carmen conforman una saga hereditaria contra la anhedonia en este relato
inaugural de 2019:
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«Ha cantado como los
ángeles. Las compañeras de voz han sentido ese temblor en el coro. ¡Vaya!, y Carmen
es aún tan joven. Ella no sabía que la templanza expansiva provenía de las
cuatro generaciones.
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»No se movió. El dolor era
caliente. Amparada en su rostro aniñado, Águeda había desobedecido la orden de
que las mujeres abandonaran el frente y, ahora, la aciaga fortuna le alcanzó en
el muslo izquierdo con la metralla de un obús.
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»Desde niña aguantó las
burlas del vecindario. La cojera de su madre le impedía permanecer en las colas
de racionamiento, por lo que era ella, Armonía, quien lo hacía, y allí apreciaba
los rechazos. Por lo mismo, apenas pudo, dejó la escuela.
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»Rosa nació con la
libertad en las calles. Su madre se empeñó en que ella sí estudiara en serio,
lo que no le supuso gran esfuerzo, pues disfrutaba en las clases de la
universidad. Ahora, a su hija, le gusta cantar».
Que personajes tan interesantes. la verdad es que las sagas femeninas son muy reales aunque casi siempre silenciadas.
ResponderEliminarUn abrazo grande!!
Ya lo creo, chica, son de tierra (y cielo).
EliminarAbrazos.
un placer es siempre el leerte
ResponderEliminarlo mejor del mundo para vos
Igualmente, Recomenzar.
EliminarSaludos.
Parece muy interesante Ignacio. Me gustan estas historias de varias generaciones.
ResponderEliminarMuy feliz año
Besos
Gracias, Conxita, se me ocurrió de repente y me pareció una manera atractiva de iniciar el año en la bitácora.
EliminarBesos.
Es emocionante vernos a las personas en la perspectiva de nuestra dimensión generacional. Es esa sombra que cada uno llevamos con nosotros (la nuestra y las de nuestros predecesores que lucharon por los que les seguimos) y nos proporciona el orgullo por lo que somos.
ResponderEliminarEfectivamente,si nos paramos a vernos, aparecen las generaciones.
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