Una de las medidas prácticas que salieron del Concilio de Trento (1545-1563) fue la obligación impuesta a los párrocos de registrar en papel nacimientos, matrimonios y defunciones. Constituye un verdadero banco de datos privados (cuando no una base de los mismos), no sometido a ley. Cualquiera puede caer en la cuenta del impacto que ha tenido en el ámbito de la documentación antigua, siendo útil para remontarse a los propios (y ajenos) orígenes, pues da posibilidades de seguir la pista a sagas familiares. Algo que no puede hacerse desde los registros civiles, ya que estos sitúan sus comienzos en 1871.
Pero esta medida eclesiástica no solo tenía una función de constancia, sino también de control. La Iglesia se empeña una y otra vez en conocer a quienes integran las sociedades, en tener a la gente a tiro de piedra. Echemos, si no, un vistazo al documento elaborado por Joseph de Villota, delegado del Arzobispo de Sevilla, a resultas de la visita que realiza al pueblo de Los Corrales (de esta provincia) en abril de 1695. En su estancia observa las costumbres y vigila el cumplimiento de preceptos religiosos, entre ellos el del matrimonio:
«Hallé en esta aldea tres capitulados [parejas] que se comunicaban con escándalo, a dos les hice notificar censuras precisas para que dentro de cuatro días ejecuten matrimonio; el otro necesita de breve [documento del Arzobispado], y es pobre. Queda apercibido no entre en casa de la parienta hasta que traigan dicho breve y se casen. Que el teniente de cura de esta iglesia cele con el cuidado que debe el que los capitulados, para contraer matrimonio no se comuniquen hasta que le tengan contraído, y contra los que amonestados, no quisieren abstenerse de dicha comunicación, proceda por censuras, que para ello su merced le de comisión y perseverando obstinados en la inobediencia, le haga causa y la remita para que sean castigados».
«Hallé en esta aldea tres capitulados [parejas] que se comunicaban con escándalo, a dos les hice notificar censuras precisas para que dentro de cuatro días ejecuten matrimonio; el otro necesita de breve [documento del Arzobispado], y es pobre. Queda apercibido no entre en casa de la parienta hasta que traigan dicho breve y se casen. Que el teniente de cura de esta iglesia cele con el cuidado que debe el que los capitulados, para contraer matrimonio no se comuniquen hasta que le tengan contraído, y contra los que amonestados, no quisieren abstenerse de dicha comunicación, proceda por censuras, que para ello su merced le de comisión y perseverando obstinados en la inobediencia, le haga causa y la remita para que sean castigados».
Claro, que habrá quien diga que eran otros tiempos. Y es cierto. El pasado y el presente.
Por si alguien lo desea, puede leer más anécdotas del lugar en Manuel Velasco Haro. Los Corrales. Referencias históricas de un pueblo andaluz, El autor, 2000.
Pues sí, eran otros tiempos, como ha cambiado esto je je. Este tipo de anécdotas siempre resultan curiosas, echaremos un vistazo.
ResponderEliminarY tanto que eran otros tiempos, el caso es curioso porque luego han sido los curas los que han protagonizado grandes escándalos, claro que no todos, por eso no hay que generalizar. Lo cierto es que la cosa ha cambiado mucho
ResponderEliminarClaro que a veces esa omnipotencia de la iglesia en cuestiones matrimoniales puede tener consecuencias insospechadas:
ResponderEliminarCarta ordenando hacer pesquisa al bachiller Alonso de Torres en la acusación formulada por Fernando Zamorano, vecino de la ciudad de Toro, contra García Carrillo, que cometió adulterio con su mujer y al querer ejecutar en él lo decretado por la ley se acogió a lugar sagrado
1485-03-10, (Valladolid)
La fuente de la referencia es el excepcional PARES (Portal de Archivos Españoles). El documento está en Archivo General de Simancas. En la unidad Cancillería. Registro del Sello de Corte
Es cierto, aecagh, el portal Pares tiene bastante información y, entre ella, hay sorpresas. ¡Pobre Fernando Zamorano!, topó con el vecino y con la Iglesia.
ResponderEliminarClaro que cambian los tiempos, aunque hay quien dice que cambia todo para que nada cambie.
ResponderEliminar¡Misterios!
Efectivamente... ¡qué gran labor, la de la Iglesia a lo largo del tiempo! pacientes monjes en los monasterios copiando, párrocos llevando registros con suma pulcritud gracias a los cuales muchas familias han podido a lo largo del tiempo encontrar sus orígenes y en otras ocasiones encontrar familias que adoptasen a los huérfanos de los hospicios que eran llevados por religiosos, como también hospitales, asilos, cocina económica, misioneros...
ResponderEliminarAsí es
EliminarNo nos olvidemos de las bulas, ni de las cruzadas o la intervención en los destinos de las naciones. Tampoco podremos olvidarnos de personajes significativos. Yo me acordaría de San Francisco, pero la lista es extensa. A la iglesia, sin duda, le debemos gran parte de lo que somos.
ResponderEliminarMi héroeeeee!!!!!! XDDDD
ResponderEliminarla fiscalización sólo produce tiranía
ResponderEliminarSin duda, volveremos a los hábitos.
ResponderEliminarNo todo el monte es orégano, quiero decir que la iglesia católica tiene sus luces y sus sombras. Si hacían y hacen encomiables actos de caridad, no es menos cierto que unos cuantos o muchos fueron amigos del dime de que presumes y te diré de qué careces, o de aquello de las virtudes públicas y los "vicios" privados. En Galicia por lo menos, no eran pocos los curas que echaban pestes contra los adulterios y tenían hijos de concubinas, un profe mío de religión, p.ej.; hace cosa de cinco años se produjo un escándalo en una parroquia porque en un funeral uno de los concelebrantes se negó a darle la comunión a la concubina del rector propio de la iglesia, y concelebrante y rector llegaron a las manos en la sacristía; y sin salir de casa, me cuentan que en un colegio mayor en los 70, el cura que tenían era un "bala" que salía a las dos de la mañana y volvía a las tantas, hasta que los estudiantes, que estaban al tanto del piso al que iba, así como de quien vivía en el piso, le metieron un palillo en la cerradura de su habitación y tuvo que pedir ayuda al cuarto de al lado cuando llegó, pero los residentes estaban agazapados en una esquina del pasillo y no contuvieron las risas cuando el chico al que el capellán pidió ayuda le preguntó: Oiga padre, ¿y Ud. de dónde viene a estas horas...?
ResponderEliminarTampoco creo menos cierto que el anticlericalismo español tiene su origen y se explica en parte porque los monjes, que a veces se idealizan, vivían muy bien, mientras los pobres, paupérrimos campesinos, se veían obligados a entregarles diezmos, y como dueños del dominio útil de las tierras que cultivaban, granos, aves de corral, etcétera, en cantidades que llevaban la miseria a los hogares campesinos.
Esto por no hablar de las coacciones. Todavía me recordaban hace pocas semanas que hasta los 80 los curas coaccionaban a los campesinos gallegos para cobrar sus diezmos, o los huevos por Pascua, y aún hoy cobran unos cuantos euros al año (que ahora se pagan de buen grado porque no se da la situación de miseria anterior), pero antes (años 40 a 70 según me refieren) iban por las casas a recoger parte de la cosecha, y quien no la entregaba, podía tener problemas para enterrarse en sagrado; o para casarse, porque si bien el cura no se negaba a celebrar el matrimonio de quien no contribuyese con el diezmo (pagando la ceremonia por supuesto), resulta que el día de la boda no aparecía, etc.
PD1: el breve es un documento papal ¿no? ;-)
PD2: al principio no eran tan pulcros a la hora de llevar los registros sacramentales, aún en el siglo XVII no lo eran. Un ejemplo. En el primer "libro de Baptizados, casados y difuntos de Santiago de Sigras" (A Coruña), que se conserva por motivos que no hacen al caso en el Archivo Catedralicio de Santiago de Compostela, y no en el Diocesano como los demás, puede leerse:
ResponderEliminar"Jueves nueue de junio del año de mill y seis cientos y treinta y nueue llegó la armada françesa a la vista de la Coruña, dio fondo frente de la arena de Mera y a cosa de las nueve o las diez de dicho día. Se fue al jueves próximo 16 del dicho mes y año".
Un sucesor de este sacerdote añadió:
"Curioso andubo este cura, que dexando de escribir muchos de los baptizos, se puso a escribir en este libro la venida del francés y la vuelta" ;-)