Ahora
entro en la Biblioteca desde el cuarto de estudio de mi casa, aquí, al lado de
la ventana que tengo a mi izquierda, la cual cubro con visillos por no
convertirla en escaparate. Y encuentro en las inclinadas baldas digitales el
periódico El Motín. Extiendo sobre la
pantalla el ejemplar de 23 de marzo de marzo de 1909 y en su página tercera leo
la noticia «Preludios»:
“El
alcalde de Bilbao ha suspendido la apertura de las bibliotecas populares
creadas por el Ayuntamiento, y el gobernador de la provincia ha aprobado la
conducta del alcalde. En el índice de las bibliotecas figuraban autores como
Zola, Darwin, Schopenhauer y Voltaire al lado de Santa Teresa, San Agustín y
fray Luis de León. Y en una nación
católica –según esas autoridades– no puede consentirse que una biblioteca
oficial contenga obras heréticas.
Y
esto ha hecho antes de que la mezquina y reaccionaria autonomía en proyecto,
haya comenzado á regir. El día que se implante, veremos á alcaldes y
gobernadores quemar en la plaza pública libros y periódicos.
Y
si el pueblo español permanece como hasta aquí, pasando de todo, harán
perfectísimamente.
El pueblo que es
esclavo, debe serlo”.
Vuelvo la
cabeza hacia la ventana, la barbilla apoyada en la mano acodada sobre la mesa,
y miro el vuelo chillón de las golondrinas (que no disponen de bibliotecas).
Qué triste... Esas cosas deberían decidirlas los ciudadanos, que al fin y al cabo son los que leen (a veces me cuesta creer que los alcaldes hayan leído un libro alguna vez).
ResponderEliminarUn abrazo y gracias por darnos a conocer este hecho
Ya, Irial, decidimos bastante poco.
ResponderEliminarGracias a ti.
Verdaderamente. Quién ha dicho que los progresos no necesiten de defensa. El terreno conquistado se puede perder. Más aún si ni siquiera se había producido tal avance como en aquella época.
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