Ahora que el aciano contrasta
con las amapolas en los ribazos y el fruto de los manzanos toma color, nos
detenemos en lo pequeño, en lo que nace fuera de aglomeradas ciudades, en lo
que fermenta al calor de relaciones sosegadas, en lo que sucede desde lo
posible, desde lo auténtico. Donde fructifica esa manzana azul, invisible al
atavismo. Donde se acurruca la creación.
Y nos trasladamos a Aranda de
Duero (Burgos), a la librería Todo Libro que edita los poemas y pinturas
dialogando de Ángela Gavilán (Río de Janeiro, 1959) contenidos en el libro Manzana azul (2010). En él también se
realiza un breve recorrido por los catálogos de las exposiciones de esta brasileña
oriunda de la emigración, afincada en el Centro de España, que remite a textos
poéticos de Xulio Valcárcel, María José Madrazo, Rodrigo Juarranz del Cura, Juan
C. López, Ape Rotoma, Beatriz Rodríguez, Fermín Heredero, y su gente allegada:
Pablo, Clara, Mairilia… Con referencias a Emily Dickinson, Ángel González o
María Zambrano.
Manzana azul
Mirar,
observar,
enamorarse.
Sentir con todo tu ser…
con el asombro de lo extraordinario
con el entusiasmo de compartir
La necesidad de contar, de expresar, de cubrir.
sin necesidad de entender, de razonar, de
explicar,
solo amar.
Manzanas azules, ¿quién no las alimenta?
Los sentimientos nos liberan de ataduras. A veces las razones nos defienden de la tiranía.
ResponderEliminarEntonces, ebge, nos quedamos con unos y otras.
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