Juntarse. Por las ganas de
mostrar o por la inutilidad de esconder o por el placer de compartir; por el
deseo de hablar o por la huida de callar o por el gozo de conversar; por el
amanecer o por el anochecer o por el mediodía; por la luz o por la sombra o por
la claridad. Sucede que compartimos que conversamos que nos movemos que
descubrimos.
La tierra literaria contiene
numerosos espacios a los que asomarse, visitar, derribar o edificar. Y ahí
están las Microlocas (Isabel González González, Teresa Serván, Isabel Wagemann
y Eva Díaz Riobello) construyendo el suyo propio, al tiempo que se acercan a la
Aldea de F., que en El guardajugas
nos mostrara el mexicano Juan José Arreola. Todo en el microrrelato ‒practicado
en Taller de escritura creativa Clara Obligado‒ coral, saliendo de la cápsula
de este producto acogido por nuestra sociedad y elaborando un texto secuencial
(no lejos de los parajes de Spoon River).
Pasa el tiempo y ahí quedan esas
cerca de doscientas páginas de La aldea
de F. (en las mexicanas Ediciones del Punto de Partida, 2012), en las que
se desborda la inteligencia, el humor, la sensualidad, la arquitectura… según
corresponde a la juventud de sus autoras.
[Los derechos de la fotografía
corresponden a Isabel Wagemann, que todo hay que decirlo].
Son encantadora y seguro que tienen mucho que decir y que aportar... La Aldea de F promete una peculiar visión de las cosas.
ResponderEliminarGracias, Ignacio. Les seguiré la pista... Adelante, Microlocas.
Pues sí, Mere, incluso podrías verlas en alguna de las sesiones que tienen en Madrid.
ResponderEliminarUn abrazo.