jueves, 9 de noviembre de 2017

Elogio del teatro (y de su posible fracaso)

Continúo atravesando con gusto El Parral camino del trabajo; el suelo persiste en extender el otoño, si bien cada vez va tomando más color de barbecho. Desde el cambio de hora reciente, con el resplandor de la fronda, a la 8 de la mañana se ve lo suficiente como para leer las primeras líneas del día. Llevo en el bolsillo un libro manejable, de tamaño similar al de un teléfono inteligente, con letra de cuerpo 4 (más o menos), perfectamente legible. Es de la editorial Continta metienes, asentada en Carabanchel, interesada en una mezcla curiosa: feminismo, artes escénicas y conocimiento. Se titula Elogio del teatro y anuncia que se trata de un diálogo –o conversación desenfadada a orillas del Ródano– de Alan Badiou con Nicolas Truong, surgida del encuentro público habido entre filósofo y periodista en el Festival de Aviñón en 212. (Aunque más bien sea un requerimiento del segundo al primero).
Lleva un adecuado prólogo de María Folguera (1984) con el título de «El pan, la luz y la pena», ya que considera que el teatro tiene esa inmanencia, ese apego en lo cotidiano que lo hace pan; al tiempo que tiende a iluminar aspectos incomprendidos o agresivos de nuestro hacer; y –qué decir– el día a día nos muestra el obstinado fracaso del diálogo entre el pan y la luz. También en los teatros, en los que se tiende a escarmentar el mensaje en sus mensajeros.
«Si eres de los que aman el teatro no llegarás a preguntarte [por qué necesita un elogio]: a los teatreros nos encanta situar en él el origen del mundo, de lo humano y de la invención de Dios, y por ello lo consideramos una víctima de la incomprensión de los mortales, que rara vez se sientan en una butaca del mismo», escribe la prologuista. (Ya Platón criticó en profundidad lo equivocado de su vibración y prefirió la filosofía; aunque –¡oh, ironías!– la escribió en forma de diálogos, que terminaron teatralizados).
No me siento capaz de condensar aquí las opiniones y propuestas del filósofo, dramaturgo y novelista Alain Badiou (1937), iniciado en la adolescencia en las tablas, él mismo actor en Los enredos de Scapin (de donde surgirá su Ahmed el sutil), con lo que comprendió que es un arte más de posibilidades que de ejecuciones (cerradas); es ese arte de hipótesis, ese temblor del pensamiento ante lo inexplicable, que, por muy vanguardista que se considere (y que tienda a la inmanencia-cuerpo-danza), no puede olvidar que cada obra en un pequeño velero en el mar de la inmensa producción mundial desde Esquilo a Castellucci, pasando por El alcalde de Zalamea, Rosas rojas para mí o El zapato de raso.

[Salud. A la espera de que la Vida deje sin entradas el teatro de quienes se divierten (‘desvían la atención’) en la res publica].

8 comentarios:

  1. Es todo un mundo ese del teatro. Voy cuando puedo, aunque en las localidades de menor población no es fácil acceder a ello.

    Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ya lo creo, Anónimo. La ventaja que tiene es que lo coges con más gusto cuando se puede.

      Saludos.

      Eliminar
  2. No voy mucho al teatro pero cuando voy siempre me emociona, aunque soy más de clásicos.
    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ya lo creo que son emocionantes, Conxita. El teatro moderno, claro, es una partida de dados.

      Besos.

      Eliminar
  3. Me encanta el teatro sea comedia clásico o trágico, suelo mirar la cartelera para cuando hay alguna obra que me guste asistir.

    Abrazos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues no dejas de ser una afortunada, Conchi, por disfrutar de ese arte.

      Abrazos.

      Eliminar
  4. Soy una entusiasta teatrera, me sigue emocionando la ceremonia de asistir a una representación teatral, así que ese libro me conviene para pasear en el paisaje otoñal que tanto me gusta.

    Los que gobiernan la res pública están ocupados en mentir y en manipular... una pena para quienes les tenemos que sufrir.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues seguro que lo disfrutas. Teatro y otoño, una combinación saludable.

      Abrazos.

      Eliminar

Nos encantan los comentarios y que nos cuentes lo que quieras.