sábado, 3 de marzo de 2018

Caroline. La modelo


Estábamos el miércoles por el centro pisando la nieve y comenzó a llover, así que nos cobijamos en la biblioteca pública ‒acabábamos de tomar café‒, la que está junto al arroyo Vena. No recuerdo quién de nosotras propuso un juego: nos veríamos en la zona de viajes (que tiene unos sillones cómodos) con una novela que fuera de autor/a desconocido/a.  Quien trajese alguien de quien ya hubiéramos leído ese u otro libro, pagaría una prenda. Propuse que también entrara el ensayo, la poesía o el cómic, pero no hubo manera. Solo novela.

Jugaba con desventaja, así que me apliqué por entre las estanterías. Tuve alguna entre las manos, pero las deseché por motivos que no venían muy al caso con el entretenimiento: excesivamente voluminosos o de color nada atractivo en la cubierta. Me decanté por Franck Maubert (1955); no me sonaba de nada, a pesar de tener publicados en español títulos tan llamativos como El olor a sangre humana no se me quita de los ojos y, en francés, otros relacionados con la pintura ‒Le Paris de Lautrec y Maeght‒. Y tampoco me sonaba la obra elegida: La última modelo (2016). Diré que estuve también a punto de descartarla, pues ese adjetivo del título me resulta un signo de falta de imaginación.
Ha sido atinada la elección. Caroline (Yvonne-Marguerite Piraudeau) ha resultado ser la modelo amante de Alberto Giacometti (1901-1966), a la que estuvo unido los últimos años de su vida (sin separarse de su esposa, Annette Arm). El autor, Maubert, la encuentra 50 años después en la Costa Azul, todavía con fulgor en la mirada, y a través de sus palabras entreveradas de recuerdos ‒«siento algo más que nostalgia por Alberto»‒ va entrando en aspectos personales de la vida del artista, perfeccionista hasta donde pueda llegarse, con sensación constante de fracaso ‒obra significa imposibilidad‒, incluida la relación simbiótica que tiene con su hermano menor, Diego, y este con él. Caroline (con sus luces y sombras) será la única mujer que Alberto desee contemplar.
[Salud. A la espera de que la Vida enseñe que lo que  hacen es pintar monas quienes gobiernan la res publica].

4 comentarios:

  1. Caroline fue la pasión postrera de Giacometti en aquel París en el que tanto le gustaba andar por los bares de vida nocturna y ver a las mujeres del oficio alegre.

    Saludos.

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    1. Ya, Anónimo, tenía esas costumbres ciertamente. Esta mujer le dio de lleno y, al parecer, él también a ella.

      Saludos.

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  2. Estuvo ligado a Caroline los últimos años de su vida pero aún sí no se separó de su esposa, siempre me ha llamado la atención que se pueda tener un/una amante y no separarte ¿por intereses tal vez?.

    Un abrazo de Espíritu sin Nombre.

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    1. Pues no lo sé muy bien, Conchi, si será por intereses. Puede que cada caso sea de una manera. Cuando estaba Caroline en el taller, incluso, Annete estaba en el piso de arriba.

      Abrazos.

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