Me sorprende mucho cómo se ha revitalizado la figura del vampiro así de repente. Quizá el fenómeno esté estudiado, pero desde los tiempos del boom de Anne Rice (Entrevista con el vampiro) nunca había visto tanta histeria colectiva por los chupasangres. Me refiero, cómo no, a los bombazos de la saga Crepúsculo de Stephanie Meyer y a la serie de factura americana True Blood, de la que soy fan.
Coincidentes en espacio/tiempo, guardan similitudes muy sospechosas: ambas juegan con la seducción por lo prohibido, con personajes que tienen poderes mentales y con la convivencia normalizada entre ambas especies. Aunque el punto de partida sea este, la motivación de los libros es mostrar una historia de amor a la vieja usanza (que me les he leido TODOS). Mientras tanto, la serie nos muestra un sur profundo, anclado todavía en la lejana guerra de secesión y donde el pasatiempo principal es el sexo acompañado de varias botellas de cerveza. Vamos, que la clasificación es para mayores de 18 bajo riesgo de trauma. Aunque no debemos olvidar que la edulcoración excesiva de los protagonistas de Crepúsculo también sienta mal a los que no vivimos en los mundos de yupi.
Extremos opuestos pero con el mismo punto de partida. Mucho me temo que su triunfo no es debido a la calidad de sus argumentos, sino a una nueva ola de veneración por un ser que, al parecer, deseamos que exista (menudo miedito). Eso sí, por un día me gustaría ser fuerte, guapa (todos los vampiros son guapos, que lo sepáis) y pasearme con aire de suficiencia por la calle. Aunque el precio fuera beber una botellita de sangre sintética japonesa llamada True Blood.
Felices fantasías. No tan felices si se os ocurre ver un capítulo de la serie...
Coincidentes en espacio/tiempo, guardan similitudes muy sospechosas: ambas juegan con la seducción por lo prohibido, con personajes que tienen poderes mentales y con la convivencia normalizada entre ambas especies. Aunque el punto de partida sea este, la motivación de los libros es mostrar una historia de amor a la vieja usanza (que me les he leido TODOS). Mientras tanto, la serie nos muestra un sur profundo, anclado todavía en la lejana guerra de secesión y donde el pasatiempo principal es el sexo acompañado de varias botellas de cerveza. Vamos, que la clasificación es para mayores de 18 bajo riesgo de trauma. Aunque no debemos olvidar que la edulcoración excesiva de los protagonistas de Crepúsculo también sienta mal a los que no vivimos en los mundos de yupi.
Extremos opuestos pero con el mismo punto de partida. Mucho me temo que su triunfo no es debido a la calidad de sus argumentos, sino a una nueva ola de veneración por un ser que, al parecer, deseamos que exista (menudo miedito). Eso sí, por un día me gustaría ser fuerte, guapa (todos los vampiros son guapos, que lo sepáis) y pasearme con aire de suficiencia por la calle. Aunque el precio fuera beber una botellita de sangre sintética japonesa llamada True Blood.
Felices fantasías. No tan felices si se os ocurre ver un capítulo de la serie...
A mi no me gustan los vampiros, miedito mamá...
ResponderEliminarEste no es un género con el que disfrute, pero reconozco que en determinadas personas levanta auténticas pasiones, como el manga más salvaje... en fin... para gustos los colores. ;)
No hay nada como un buen mordisco...
ResponderEliminarPuede que la presencia del vampiro despunte ahora. Pero llevan muchos años conviviendo con nosotros, no creo que físicamente, claro.
ResponderEliminarEl vampiro posee la inmortalidad que nos falta y ese es un rasgo siempre inquietantemente atractivo. Es lo que nos acerca a la divinidad.
Pero por otra parte, el no muerto se nutre del vivo en un movimiento generador cuya última tendencia es la aniquilación completa del vivo. Un proceso paralelo al de las enfermedades. Ese es otro rasgo inquietante que da miedo pero al que no podemos renunciar.
La vida eterna por delante atrayendo y la muerte que nos acecha por detrás amenazando.
por un día me gustaría ser fuerte, guapa (todos los vampiros son guapos, que lo sepáis) y pasearme con aire de suficiencia por la calle.
ResponderEliminarPero Dual tú ya eres fuerte y guapa y lo de el aire de suficiencia es cuestión de práctica.
A mi no me van mucho los vampiros, pero está teniendo mucho éxito.
A ver , mafi, no creo que pueda comparar la serie (los libros son pastelosos) con el manga salvaje.
ResponderEliminarSí que muestra cosas raras como los vampirófilos: personas humanas que están dispuestas a dejar que un vampiro las muerda y que sienten total veneración por ellos. Supongo que con la esperanza de convertirse algún día en un miembro de la comunidad de inmortales.
Además, se juega con otro concepto curioso: la sangre de vampiro como droga. Aunque existe un miedo instrínseco hacia ellos, su sangre es muy apreciada como estimulante ilegal y muchos humanos se arriesgan a atacarlos para extraer litros de blood .
Raro, raro: ellos nos necesitan como alimento y nosotros a ellos como droga. La diferencia está en que hay una sangre sintética japonesa embotellada que cubre sus necesidades nutricionales igual que el fluido humano. Ellos tienen la opción de no atacar y convivir. Nosotros la de no consumir estupefacientes.
Lo malo es que el vicio es muy atractivo. Y digo vicio porque hay froteo entre ambas especies. Un despiporre, vamos.
(todos los vampiros son guapos, que lo sepáis)
ResponderEliminarNosferatu no era muy agraciado y molaba mucho más que todos los vampiros nenazas ue se han puesto de moda ahora.