domingo, 24 de enero de 2010

Poesía clásica. El código literario

«No puedo leer más de tres líneas de un poema antiguo» o «Resulta aburrida y recargada la poesía clásica española», son algunas de las frases que dicen muchas de las personas que intentan (o son obligadas) leer nuestra lírica. Pero no es tan complicado. Si nos hallamos ante un poema de Quevedo, Garcilaso, Góngora o Boscán, es fácil que necesitemos un bagaje literario para entenderlo, unos conocimientos de mitología griega, especialmente, pues las penas del yo literario ante la dama inmisericorde iban envueltas en ropajes adornados de elementos simbólicos. Veámoslo en el segundo cuarteto y primer terceto del soneto número 299 de Quevedo:

Si el día, por Faetón descaminado,
hubiera todo el mar y aguas bebido,
con el piadoso llanto que he vertido,
las hubieran mis ojos renovado.


Si las regiones todas de los vientos,
guardar Ulises en prisión pudiera,
mis suspiros sin fin otros formaran.

Es el fuego de la naturaleza que se contrapone al llanto de quien se enamora y no tiene correspondencia (el día, que se bebe las aguas de ríos, lagos, fuentes y mares). Faetón es hijo de Apolo y se empeñó en conducir el carro de sol, pero los caballos se le desbocaron y se acercaron tanto a la tierra que abrasaron el boscage y evaporaron las aguas (incidente por el que Júpiter lo fulminó). Pues bien, las lágrimas del enamorado aquí presente son tantas que rellenarían de nuevo los océanos.

El terceto en cuestión alude al odre que Eolo dio a Ulises, el cual contenía todos los vientos, excepto los que soplaban hacia Ítaca. Los marineros de su nave (creyendo que contenía algún tesoro) abrieron el odre y desataron vientos tempestuosos que alejaron el barco en direcciones opuestas a las que deseaban. Aunque Ulises fuera capaz de introducir de nuevo los vientos huracanados en el odre, los suspiros del enamorado en pena volverían a levantar los vendavales.

Así de críptica y así de clara es nuestra poesía lírica de Oro, a la cual puede accederse desde el conocimiento de la mitología griega o, en su caso, recurriendo a libros como el de Rosa Navarro Durán, Cómo leer un poema (Barcelona, Ariel, 1998).

6 comentarios:

  1. También te puede gustar como una pintura, no lo entiendes pero te impacta.

    Sin saber quién era Faetón se deduce que el personaje tiene los ojos reventados de llorar.

    Ahora que la explicación del personaje de Faetón es muy interesante. (El padre un intolerante)

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  2. El problema puede ser que te obligan a leer poesía mucho antes de estar preparado para ello.

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  3. Las rimas... con su música.

    Sí, ya sabemos que, en muchas ocasiones, son formales, pero nos acompañan.

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  4. Creo que primero me leería el manual de instrucciones... ese libro tiene que estar bien, aunque pienso como Bipo... muchas veces conviene no saber tanto. ;)

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  5. Buenas tardes, Burgostecarios:

    Es terrible que obliguen a alguien a estudiar poesía.
    Debiera ser natural en la persona, el vivirla. Para ello, los bibliotecarios y los profesores que aman la literatura debéis de poner todo el interés en vuestro trabajo, apasionante.
    Me encanta que Rosa Navarro Durán, haya trabajado para que los niños tengan acceso a los libros, y los entiendan; y luego su investigación minuciosa en el estudio de los clásicos. Y pienso como ella que en los pequeños detalles está el encuentro de la verdad.

    Saludos. Gelu

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  6. gracias por las explicaciones yo no suelo entender la poesía, necesito más libros como los de Rosa Navarro Durán

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