lunes, 29 de agosto de 2011

Poesía de agosto (y fin, por ahora)

Llegamos a final de mes no habiendo mermado nuestros caudales poéticos, pues se acrecientan día a día con hallazgos nuevos. Pero sí finalizamos este ciclo de poesía inteligible que nos habíamos propuesto en agosto. Y lo hacemos con un poeta azul, que llenó el modernismo con sus versos, y que pasa por ser algo almibarado. De ahí que hayamos elegido un poema suyo que nos pueda sorprender por su temática. Bueno, ya sabemos que está muy difundido, es decir, que no descubrimos nada. Ahí va Rubén Darío (1865-1926).

Lo fatal

DICHOSO el árbol, que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura, porque ésa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.

Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror...
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por

lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,
¡y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos...!

¿No está mal para comenzar septiembre con algo de ejercicio mental, no?

7 comentarios:

  1. Algo me dice que ese fin por ahora quiere decir que también se nos acaban las vacaciones buaaaaaaaaaaaaaaa

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  2. Me gusta Rubén Darío.

    Gracias a Dios llega Septiembre.

    Un beso.

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  3. "Dolor de ser vivo... y el espanto seguro de estar mañana muerto". No levanta mucho el ánimo que digamos. Pero sí es verdad que es lo que hay.

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  4. Vaya, Ayla, ¡a ver si eres profeta!

    En fin, pronto volveremos a casa.

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  5. Entonces, estás de enhorabuena, Elena. Rubén y septiembre unidos.

    Un beso.

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  6. Ya, ebge, eso es lo que hay. Sin que sepamos qué es la muerte (y casi nada de la vida).

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  7. Siempre me gustó este poema de Rubén Darío. Siempre me gustaron los árboles, aunque sean apenas sensitivos. Se me antojan silentes testigos de los tres tiempos: pasado, presente y futuro. Tan evocadores, que en ocasiones, cuando voy a la tierra de mis mayores, aún me parece escuchar entre el aire que mueve las hojas, los ecos pasados de las voces y de los pasos de mis seres queridos.
    Saludos.

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