Hace algún tiempo que no dedicamos nuestra anotación a la poesía. De ahí que, hoy, en el primer día de agosto, nos sumerjamos en ella como en las frescas aguas atlánticas. Porque junto a ellas nació Cecilia Maireles (Río de Janeiro, 1901-1964), poeta de hermosa factura clásica. Huérfana desde temprana edad, se crió con una de sus abuelas. Y ya a los nueve años escribía poesía. Después, será profesora, periodista, escritora, madre de tres criaturas… y ligada al mundo de las bibliotecas, pues fundó en 1934 la primera biblioteca infantil de Brasil. Ahora no es extraño encontrar edificios que llevan su nombre en el país carioca.
A su muerte, Mario Quintana le escribió una preciosa elegía, describiendo su persona y su obra: Ah, aquella a quien seguían los versos ondulantes como panteras dóciles / y dejaba por todas las cosas el reflejo misterioso / de su sonrisa. Conferenciante alrededor del mundo.
Granadas
No dejaremos el jardín morir de sed.
Mali asperja las plantas con un poco de agua.
¿Cómo quien riega? Como quien reza.
Cada planta recibe cinco o seis gotas de agua
y más: amor de Mali, amor moreno, serio,
de turbante blanco.
No dejaremos el jardín morir de sed.
Todo está ya calcinado. Piedra, ceniza, arena.
Mali sacude el agua de sus dedos:
Semillas de cristal al sol.
Dos pequeñas granadas maduran,
de rosa y de marfil
en un casto vestido de hojas secas.
(De Poemas escritos en la India, 1953)
A su muerte, Mario Quintana le escribió una preciosa elegía, describiendo su persona y su obra: Ah, aquella a quien seguían los versos ondulantes como panteras dóciles / y dejaba por todas las cosas el reflejo misterioso / de su sonrisa. Conferenciante alrededor del mundo.
Granadas
No dejaremos el jardín morir de sed.
Mali asperja las plantas con un poco de agua.
¿Cómo quien riega? Como quien reza.
Cada planta recibe cinco o seis gotas de agua
y más: amor de Mali, amor moreno, serio,
de turbante blanco.
No dejaremos el jardín morir de sed.
Todo está ya calcinado. Piedra, ceniza, arena.
Mali sacude el agua de sus dedos:
Semillas de cristal al sol.
Dos pequeñas granadas maduran,
de rosa y de marfil
en un casto vestido de hojas secas.
(De Poemas escritos en la India, 1953)
Buenos días, Burgostecarios:
ResponderEliminar¡Qué bien habéis empezado el mes!.
Copio otro bonito poema de
Cecilia Meireles
RETRATO
Yo no tenía este rostro de hoy,
tan calmo, tan triste, tan delgado,
ni estos ojos tan vacíos,
ni este labio amargo.
Yo no tenía estas manos sin fuerza,
tan detenidas y frías y muertas;
yo no tenía este corazón
que ni se muestra.
Yo no advertí este cambio,
tan simple, tan cierto, tan fácil:
¿En qué espejo se perdió
mi imagen?
Saludos.
P.D.: ¿Sabéis quién es el autor de la pintura de los niños jugando al corro?.
Qué suerte que te sigan los versos ondulantes como panteras dóciles, hmmm
ResponderEliminar¡Hola, Gelu!
ResponderEliminarGracias por el poema. (Siento decirte ahora que no sabemos que quién es el cuadro. Tal vez en septiembre...)
Feliz verano
¡Hola, Gelu!
ResponderEliminarGracias por el poema. (Siento decirte ahora que no sabemos que quién es el cuadro. Tal vez en septiembre...)
Feliz verano
Ya lo creo, Ayla, ¡panteras detrás nuestro...!
ResponderEliminarEl segundo poema de Cecilia Meireles me ha recordado las palabras que una vez me dijo un buen amigo:"Es cierto que a veces algunos acontecimientos de la vida nos dejan momentáneamente el corazón yermo. Es cierto que a veces somos tratados conforme a una máscara en la que no nos reconocemos, y nuestras manos parecen quedarse vacías. Pero entonces, cuando la angustia me hace flaquear grabo en el centro de la frente, de manera invisible, pero a fuego, estas palabras: Resiste y sigue con la vida".
ResponderEliminarY entonces puedes sumar a todos los caminos que has recorrido, otro más con una nueva dirección, en el cual, tal vez, vibre algo más la calma.
Son muy bonitos los poemas de Cecilia Meireles.Saludos
¡Vaya, Elvira! Tu amigo es una persona positiva.
ResponderEliminarGracias por tus palabras.