viernes, 20 de julio de 2012

¡Por las seis horas! (Los documentos)

A la Bibliotecaria le gusta hablarme de lo que le cuentan en su trabajo. «Parece mentira –me dice– lo que da de sí el tiempo que tardas en prestar unos libros o unas películas. ¡La cantidad de cosas que pueden transmitirse entre dos personas en esos breves instantes! A veces, rozan con profundas preocupaciones de quienes se ponen delante de ti». Y como en estos días estamos con los temas económicos arriba y abajo, me suelta: «¿Sabes que en España, hace ochenta años, se llevó a cabo una gran huelga pidiendo las seis horas de trabajo diarias?» «¡No me digas!», le contesto. Y saca del bolso las fotocopias que le han dado de un periódico de La Coruña con el nombre de Solidaridad Obrera.

«Pues resulta –prosigue– que las ocho horas (de donde proviene el Primero de Mayo) se fueron consolidando desde principios de siglo. En la década de 1920, las organizaciones obreras comenzaron a plantear la posibilidad de trabajar seis horas con el fin de repartir la actividad y paliar en buena medida el paro. En la de 1930 comienzan a calcular que, viendo lo que se produce a nivel nacional, sería suficiente para vivir holgadamente el acudir durante cuatro horas al tajo. Como los medios de producción estaban en manos privadas, decidieron que con seis horas quedaba suficiente beneficio para los dueños. Es así que en La Coruña, en el otoño de 1933 inician una huelga general en el Ramo de la Construcción con esta reivindicación, que no solo es económica, sino fundamentalmente social, pues deja tiempo para dedicar a la cultura».

Efectivamente, aparece en esas hojas lo que era una huelga reivindicativa que dura varios meses. El resto de actividades de producción pone en marcha la maquinaria de la solidaridad. El gremio de panaderos fabrica pan en horas libres; los sindicatos agrarios aportan patatas y alubias; el de peluquería atiende gratis a los huelguistas; los sindicatos aportan cantidades para costear la propaganda y distribuir equitativamente los fondos (que a los once meses alcanza a 44.000 ptas., ¡toda una fortuna!). Y ello, con estadillos periódicos de cuentas del contador y tesorero, y supervisados por una comisión de cinco personas.

¡Tiempos! (Tres años después se firman dos convenios, en Construcción de Sevilla y Madrid, que contemplan las seis horas diarias. Pero vino el 18 de julio y…). Y era cuando todavía no habíamos probado los productos de la sociedad del bienestar.

4 comentarios:

  1. Uf, cuánto hay en el post para debatir, para reflexionar.
    Está claro que a lo largo de los años se han conseguido muchos derechos que andamos perdiendo a pasos agigantados. Y también está claro que hay dos grandes maneras de entender cómo se debe organizar una sociedad, sobre todo económicamente. Yo abogo por una sociedad libre, en la que la libertad individual, la propiedad privada y un Estado no intervencionista sean las pautas principales.

    Ya te digo, mucho a debatir, y mucha calor que me quita las ganas.

    Un abrazo Lavela.

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  2. Bueno, Elena, pues por aquí, en Burgos, hace un fresquito que no invita a quitarse la chaquetilla. Serán esas dos maneras fundamentales de entender la organización económica. Habría que poder cambiarse de una a otra, por temporadas.

    Un abrazo.

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  3. Vivimos tiempos de ceder. ¿Hasta dónde? De momento no sabemos nada.
    Todo se desploma, y el terremoto no cesa. Tan mal trabados estaban los cimientos que lo que hoy aguanta mañana cruje, pero sin unas estabilidades mínimas es difícil fundar la convivencia.

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  4. Sí, los cimientos crujen. Los cimientos del privilegio. Necesitamos fundamentos horizontales.

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