martes, 17 de julio de 2012

Sin rumbo. Deseos

A la fuente del deseo

quiere mi madre que corra

para ver si encuentro un socio

de los mejores de Europa

Y así estamos, sin rumbo. Sólo con una fe atea en que los indicadores comiencen a darnos un respiro. Pero sin que nadie sepa por dónde nos da el aire. El pueblo es como la felicidad: aparece algunos momentos, para después diluirse durante tiempo y tiempo. Si existió alguna vez el pueblo como fuerza decisoria –algo que no tenemos nada claro ahora–, en esta época que nos toca vivir es un cero a la izquierda. Ni siquiera nos planteamos qué es eso del pueblo. Hay una situación financiera comprometida que traslada sus efectos negativos a todos los órdenes del tejido social y esperamos que alguien dé en la solución a tal cataclismo.

«Somos los que más valemos: somos los que movemos todo el engranaje social, sin cuyo movimiento la vida se paraliza y el mundo va hacia el abismo», decía el periódico de una organización sindical bastantes décadas atrás. Ya no tenemos esa percepción. Tal vez porque hemos probado los productos de la sociedad del bienestar o porque juegan con nuestra existencia o...

4 comentarios:

  1. La imagen parece que gusta bastante, también la usé yo en algún post.

    En cuanto al texto, bien pudiera parecer que estamos tan convencidos de que no se puede hacer nada más que lo que se está haciendo, que aguantamos carros y carretas.
    Estamos instalados en la comodidad y esperamos que alguien (los políticos quizá)nos encuentren la solución.
    Hemos delegado en los gobiernos, hemos puesto nuestra vida en manos de los Estados, hemos dejado de ser libres.

    Un abrazo Lavela.
    Pd.- No me gusta El Barrio. Jajajja...

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  2. Vale, Elena. Estamos de acuerdo en lo del texto: hemos dejados nuestras vidas públicas en manos ajenas.

    Lo de la imagen, tienes razón; ahora que lo dices, sí que me suena de tu bitácora. Pero no la tomé de ahí (no sé de quién es).

    Y lo de la música... ya sabes lo de los gustos.

    Un abrazo.

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  3. Muchos aprendemos a marchas forzadas (la letra con sangre entra). Pero es igual, la realidad lo desafía todo. Y qué vamos a hacer con la realidad. O, mejor, qué va a hacer ella con nosotros. ¿Se la puede o no controlar? Yo no lo sé.
    Desde luego hay variables que se pueden vigilar más de cerca. Lo que no sé es si tal control bastará para salir de esta.

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  4. Ya, ebge, la realidad impone su ley (que desconocemos). Aunque nos queda el resabio de no haber sabido construir nuestro futuro.

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