Paseamos por el sendero que lleva al antiguo lavadero. Bajo las encinas no es aplastante el agobiante calor de campo abierto. La jara ha abierto sus puertas y deja de ser una planta anodina para alegrar el paisaje con esa flor tan característica. «No me considero una persona lectora», le digo a la Bibliotecaria. «¡Cómo puedes decir eso! –me contesta–, ¡si has leído miles de libros!». «Todo lo que tú quieras, chica, pero es así. Cuando leo un libro no lo tomo como una obra acabada, redonda, con sentido en sí misma. Leo y me quedo con unas partes o con otras, un diálogo, unas frases, una descripción… sin sentir que todo va en el mismo paquete. Seguramente es lo mismo que me sucede con las personas». La hierba, con humedad suficiente, va cubriendo los muretes biselados en los que se restregaba la ropa.
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Recorremos Salamanca. Las ménsulas sujetan los pilares que nacen a mitad de la pared exterior de la cilla, descargando el edificio de la pesadez de la piedra, en el huerto de los dominicos. Le digo a la Bibliotecaria que son jaras, coqueterías, adornos de lucidez, pesares, enseñanzas de maestros arquitectos que ponían allí su libertad. Al contrario de lo que me sucede con los libros, esta ciudad sí que la percibo como una obra única, acabada. Ella ríe, me mira sin disimular la sonrisa y dice que me alimento de ideas peregrinas. La invito (para algo estamos en mi ciudad).
Vaya lavela, ¿estás en mi ciudad y no me visitas?. Bueno, al fin y al cabo, aquí tampoco hay jaras...
ResponderEliminarUn abrazo
Bonita ciudad que visité hace algunos años y no me defraudó.
ResponderEliminarSe le notó que fue capital europea de la cultura.
Un abrazo Lavela.
Bueno, Isabel, estuve por allí el sábado. Siempre me deja algo atontado. Pero el día que esté con tiempo, te aviso, claro.
ResponderEliminarUn abrazo, Isabel.
Sí que es bonita, Elena. Más castellana que la tuya, pero igual de seductora.
ResponderEliminarUn abrazo para ti.
Pues sí, Salamanca es una ciudad muy bonita pero tampoco puede uno quedarse con toda su belleza, ni con todo el contenido de los libros, ni con las personas, ni con las jaras, ya que nos fijamos más en ellas cuando florecen o no?
ResponderEliminarSeguro que tienes razón, Esther, no solo hay que quedarse con personas y cosas cuando florecemos.
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