Cierto día, unos cuatrocientos
años atrás, el escritor comienza una novela en torno a un personaje cotidiano:
Alonso Quijano. Entonces ‒según le viene dando vueltas hace tiempo, aunque no
sabe bien qué ocurrirá‒ deja paso a la fantasía. No es que este hidalgo sea un
personaje fantasioso, no, es que la fantasía obra en él y le seca el seso. A
partir de ahí cobra vida El Quijote. Otro de los motivos para considerar esta
novela como la que da nacimiento al moderno arte de novelar. Pero no para ahí
la historia. Después viene el fracaso. Las andanzas fracasan. Cervantes había
visto muchos casos así. Gente de la calle que, en la guerra, la fantasía los desata.
Y en la paz, cada vez que la vida les permite entrar en un mundo distinto,
imaginario, poderoso, donde se creen con derecho a violar, maltratar,
extorsionar, chantajear…
Quienes estudian (sesudamente)
los fenómenos literarios, afirman que «de Cervantes a Onetti no hay nadie».
Seguramente es por este modo de introducir la fantasía en las historias. Partir
de personajes con los que nos encontramos cada día, creíbles, y transformar su
actuación después de que se produzca la alquimia correspondiente en sus
protagonistas. Para una tumba sin nombre
(1959) es una muestra de este hacer. Hay fantasía y hay fracaso. El proxeneta «caminó
velozmente, por costumbre, acercándose incauto al encuentro, al metro cuadrado
de baldosas que le había reservado el destino para que pudiera crear su obra y
ser». Santa María decadente.
Escribir es un oficio y, como
tal, sus obras envejecen. ¿Será la fantasía la que mantiene vivo a Alonso
Quijano?
La muerte de don Quijote dio vida a Alonso Quijano.
ResponderEliminarSaludos
Cierto, Paco, algo que no sucede tanto en Onetti.
ResponderEliminarSaludos.
La fantasía del lector vuelve a sembrar la de Quijano y da por resultado nuevos frutos. El milagro de brotar de nuevo en cada uno el mito, y hacerlo acomodado a cada cual también rejuvenece en una nueva generación la obra. Una fantasía , la del lector, enfrentada a otra, la de Quijano, reflejándola, y multiplicando los espejismos hasta el infinito. Podría decirse entonces que es el lector el que mantiene vivo a Quijano si no fuera porque él, Quijano, lo hace todo posible.
ResponderEliminarQuijano abducido por Fantasía. Parece que es Ella -según dirían en la Ilustración- lo importante, la que permanece. El resultado: Quijote.
ResponderEliminarCuantos datos para mi inéditos, que buena mi visita por aquí.
ResponderEliminarSaludos
Que te diviertas, Karin.
EliminarSaludos.
Don Alonso Quijano es ante todo, un personaje adelantado a su época. Un soñador, un idealista que comprueba en sus carnes que su mundo no brilla. Bss
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