De vez en cuando me viene la
impresión de que hay actividades o disciplinas más útiles a la humanidad que
las que yo suelo tener entre manos: literarias, de investigación histórica, de
movimientos sociales, etc. Es esa sensación de que si tuviera una nueva vida la
emplearía en aprender física o matemáticas, empeñándome en estudios que
ayudaran a comprender el universo y en tecnologías que pudieran aliviar las
duras condiciones de existencia de mucha de la gente que habita nuestro
planeta.
Y en esas andaba estos días,
así que me había imbuido en uno de los libros de José Manuel Sánchez Ron, El mundo después de la revolución. La Física
de la segunda mitad del siglo XX (Pasado&Presente, 2014). No es
propiamente científico, sino de historia de la ciencia, además de que sus
explicaciones de Física se complementan con las que proporciona sobre las
motivaciones políticas y desarrollo tecnológico que les acompañan, lo que ayuda
a comprender este revolucionario fenómeno en una perspectiva amplia. No
muestra, pues, la aridez de textos más profundos sobre el tema, pero, aún así,
no logro entender todas sus páginas, para lo que necesitaría mayor tiempo y
referencias. No obstante, disfruto leyéndolo. Me siento cercano a las mentes
que conciben estas fórmulas, intentando el progreso, rompiendo barreras a lo
establecido, a lo que se nos muestra impenetrable.
Pues bien, mientras
consideraba la vida de Milton Humason, que comenzó trabajando de mulero en el
observatorio de Monte Wilson y terminó calibrando (con Hubble) la magnitud de
las nebulosas allá por 1930; y mientras leía las aportaciones de E. Orlando
Lawrence en la construcción de ciclones o aceleradores de partículas, se me
ocurrió elaborar la entrada anterior, la de los haiku y, curiosamente, las
Gemelas del Sur -gracias- me indicaron que en la bitácora en la que participan, Versoscalados, habían colocado unos haikus del físico teórico John Archibald Wheeler (1911-2008) sobre la teoría
de la relatividad, acompañado del vídeo Pixel
– extraits de Adrien M y Claire B.
Son las ondas
gravitacionales humanas que mantienen algo de felicidad entre la mediocridad
pública.
Wow, lo de las ondas humanas me alucina :)
ResponderEliminarSemejante libro por interesante que sea sería incapaz de merendármelo , yo es que soy de letras puras, qué le vamos a hacer.
Besos y buen fin de semana.
En fin, Celia, ya lo creo que son alucinantes las ondas humanas.
EliminarBesos.
A veces e "efecto mariposa" escoge su propio camino y encuentra grandes frutos
ResponderEliminarPor cierto soy Pérfida
Un saludo coleguita
Saludos, Pérfida.
EliminarLa verdad que son curiosos los caminos que sigue el efecto mariposa y, por supuesto, los frutos a que lleva.
Dichosos días.
Que interesante tu entrada;) sinceramente no tenía ni idea de este tema, saludos!!!
ResponderEliminarGracias, Cristina. Siempre hay una primera vez.
EliminarSaludos.
Que interesante tu entrada;) sinceramente no tenía ni idea de este tema, saludos!!!
ResponderEliminarHola Ignacio, hoy con tu entrada estoy perdida, esto de las ondas gravitacionales no sabia que existieran, será cuestión de buscar más información en internet y se me abre la mente un poco.
ResponderEliminarUn abrazo.
No creas, Conchi, a mí también me cuesta, pero tiene algo que me atrae y vuelvo sobre ello.
EliminarUn abrazo.
Lecturas de alto nivel.
ResponderEliminarEstamos conectados y en onda.
Gracias por enlazar el haiku Calado gravitacional.
Besos.
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