El fuego en el hogar. El agua en la playa. La
lluvia en el aire. Elementos básicos. Palabras verdaderas de la poesía. La
nieve que ahora baja por el aire servirá para que renazca lo hundido en la
tierra hacia la primavera (aunque sería deseable que ciertas cosas que mueren
no volvieran a resurgir).
“Celebremos… / los afanes de siempre: / mirar
la lluvia fuera, / sentir la niebla dentro, / querer y que nos quieran”. No,
no, no es eso, pienso cuando leo los sencillos versos de Rafael Juárez en Una conversación en la penumbra (2015).
Precisas, recatadas, hermosas incluso sus palabras, pero no es eso de que
“Estoy en esa edad en la que un hombre quiere / por encima de todo ser feliz,
cada día. / Y al júbilo prefiere la callada alegría / y a la pasión que mata,
la renuncia que hiere”. O, para mayor exactitud, no es solo eso. Está la vida
fuera, a nuestro alrededor: gente refugiada, nieve, ira, pobreza, rebeldía,
latrocinio… No se puede ser feliz sin su permiso.
Ya, ya sé que es un libro de poemas. No hay
que exagerar o pedirle peras al olmo. Y, como dejó escrito Eliseo Diego en Nombrar las cosas, “un poema no es más
que la felicidad, que una conversación en la penumbra” (según nos recuerda
Pablo Jauralde en la jugosa introducción). Este libro -es
cierto- dispone igualmente de reflexiones que ayudan
a proveerse para la travesía del año que comienza: “Recoge agua, que también te
espera / el camino y no vas hacia la fuente”. Y avisa de lo que nos sucederá
cuando tomemos el tren de los acontecimientos y no deseemos estación alguna en
la que apearnos: “Adiós una vez más a estos lugares / donde me esperan siempre
y nunca llego. / Con la velocidad vuelve el sosiego”.
Abro el libro al azar y, tras el juego
inocente -“Tres colorines / y dos palomas / y uno que
mire / pasar las cosas”- caigo en alguno de
sus sonetos -mi perdición consonante-:
“Al ordenar los libros nuevamente / desordeno mis días… / Vuelvo a la inútil
condición esclava / de organizar en cada estantería / mi ausencia plena y su
presencia hueca”.
Salud.
[Las ilustraciones son Reinas de Fernando Vicente, y Penumbra
de Paolo Nozolino].
Saludos y felices regalos.
ResponderEliminarCierto. También hay que disfrutar de lo bello, sin entrar en otras profundidades. En fin, un pequeño estirón de orejas.
Saludos.
De acuerdo, Anónimo, asumo la crítica.
EliminarGracias por ello.
Saludos.
A mi me gusta celebrar los afanes de siempre, sí, dedicar tiempo a aquello que está a mi alrededor, disfrutar de cada día y de los que quiero.
ResponderEliminarNo soy una gran lectora de poesía, pero me lo he apuntado. Gracias por la recomendación.
Buen día, buena semana, buen mes y buen año.
Besos
Seguro que te resulta atractivo, Conxita. Es una escritura sencilla.
ResponderEliminarMis deseos idénticos para ti en este año.
Abrazos.
Qué complicado rompecabezas el que planteas: "No, no, no es eso... O, para mayor exactitud, no es solo eso. Está la vida fuera, a nuestro alrededor: gente refugiada, nieve, ira, pobreza, rebeldía, latrocinio… No se puede ser feliz sin su permiso".
ResponderEliminar¿No se puede ser feliz sin su permiso?
Ya. Digamos que se puede ser feliz dentro del círculo personal de relaciones,pero no se puede serlo completamente si el resto de gente no tiene la posibilidad de disfrutar del banquete de la vida.
EliminarEn fin, es mi sensación.
Ya. Digamos que se puede ser feliz dentro del círculo personal de relaciones,pero no se puede serlo completamente si el resto de gente no tiene la posibilidad de disfrutar del banquete de la vida.
ResponderEliminarEn fin, es mi sensación.