No quiero desperdiciar la oportunidad de hacer un segundo post inspirado en la obra de Tolstói, Guerra y Paz. En este caso, el genio del autor se manifiesta en contra de la guerra, con unas reflexiones que tienen lugar, en el universo literario claro, el día antes de la batalla de Borodinó que enfrentó a las tropas rusas y napoleónicas, auténtica carnicería humana que supuso el comienzo de la derrota definitiva de Bonaparte en su aventura del este de Europa:
... “La guerra no es un cambio de cumplidos, sino la cosa más odiosa del mundo: hay que comprenderla bien y no hacer de ella un juego, sino aceptar seriamente esa terrible necesidad. Todo se reduce a eso. Rechazad los engaños y mentiras y entonces la guerra lo será con todas sus consecuencias y no un juego; de otra manera, la guerra se convierte en el pasatiempo favorito de gentes ociosas y frívolas. La clase militar es la más digna. ¿Y qué es la guerra? ¿Qué es necesario para triunfar en la milicia? ¿Cuáles son las costumbres de la casta militar? El fin de la guerra es el asesinato; los instrumentos de la guerra son el espionaje, la traición, la ruina de los habitantes, el saqueo, el robo llevado a cabo para mantener a los ejércitos, el engaño y la mentira que reciben el nombre de astucia militar. La vida de la clase militar descansa en la disciplina (es decir, la falta de libertad), en el ocio, la ignorancia, la crueldad, la disolución de costumbres, la embriaguez. Y a pesar de todo, es la clase superior y respetada de todos. Todos los reyes, salvo el de China, llevan uniforme militar; y quien haya matado más gente recibe mayores recompensas. Así ocurrirá mañana, cuando nos reunamos todos para matarnos; morirán, caerán heridos miles de hombres y después se celebrarán ceremonias de acción de gracias porque ha caído mucha gente (y para mayor efecto se exagerará el número de caídos) y se proclamará la victoria, en el supuesto de que cuantos más muertos hay, mayor es el mérito. ¡Cómo puede Dios mirar y escuchar todo esto desde allá arriba!”...
Guerra y Paz
Lev Tolstói
Estos pensamientos me parecen intemporales, se pueden extrapolar a épocas o escenarios distintos y son tan desgarradores, que una vez más podemos sentir de una forma vívida lo que estaba por venir al día siguiente...o lo que ha sucedido apenas hace dos semanas, allá en Oriente medio. Y ahora cabe repetir la última frase:
“¡Cómo puede Dios mirar y escuchar todo esto desde allá arriba!”, y añado : ¿Dios?.
Feliz día.
... “La guerra no es un cambio de cumplidos, sino la cosa más odiosa del mundo: hay que comprenderla bien y no hacer de ella un juego, sino aceptar seriamente esa terrible necesidad. Todo se reduce a eso. Rechazad los engaños y mentiras y entonces la guerra lo será con todas sus consecuencias y no un juego; de otra manera, la guerra se convierte en el pasatiempo favorito de gentes ociosas y frívolas. La clase militar es la más digna. ¿Y qué es la guerra? ¿Qué es necesario para triunfar en la milicia? ¿Cuáles son las costumbres de la casta militar? El fin de la guerra es el asesinato; los instrumentos de la guerra son el espionaje, la traición, la ruina de los habitantes, el saqueo, el robo llevado a cabo para mantener a los ejércitos, el engaño y la mentira que reciben el nombre de astucia militar. La vida de la clase militar descansa en la disciplina (es decir, la falta de libertad), en el ocio, la ignorancia, la crueldad, la disolución de costumbres, la embriaguez. Y a pesar de todo, es la clase superior y respetada de todos. Todos los reyes, salvo el de China, llevan uniforme militar; y quien haya matado más gente recibe mayores recompensas. Así ocurrirá mañana, cuando nos reunamos todos para matarnos; morirán, caerán heridos miles de hombres y después se celebrarán ceremonias de acción de gracias porque ha caído mucha gente (y para mayor efecto se exagerará el número de caídos) y se proclamará la victoria, en el supuesto de que cuantos más muertos hay, mayor es el mérito. ¡Cómo puede Dios mirar y escuchar todo esto desde allá arriba!”...
Guerra y Paz
Lev Tolstói
Estos pensamientos me parecen intemporales, se pueden extrapolar a épocas o escenarios distintos y son tan desgarradores, que una vez más podemos sentir de una forma vívida lo que estaba por venir al día siguiente...o lo que ha sucedido apenas hace dos semanas, allá en Oriente medio. Y ahora cabe repetir la última frase:
“¡Cómo puede Dios mirar y escuchar todo esto desde allá arriba!”, y añado : ¿Dios?.
Feliz día.
La guerra es una lacra espantosa, cruel, como también lo es, las violaciones de menores, el asesinato, la tortura, ... etc
ResponderEliminar¿Por qué echar la culpa a Dios? Cuando el único culpable del magnicidio es "el hombre".
Además si Dios probablemente no existe... ¿o si?
Sólo existe cuando queremos que exista, en el fondo nosotros somos los Dioses no te parece???
Yo tengo claro quien es mi Dios.
El otro día oí una canción:
ResponderEliminar"Vendrán otras guerras y las volverán a perder los mismos".
Las guerras siempre las pierden los mismos, el agua que empuja la rueda del molino, que siempre está debajo.
Además si Dios probablemente no existe... ¿o si?
ResponderEliminarPues no lo sabemos, pero en su nombre se han cometido y se cometen atrocidades.
Estoy de acuerdo de que si hay Dios, está en algún rincón del interior de cada uno.
en su nombre se han cometido y se cometen atrocidades....
ResponderEliminarY en el de la Patria, y en el de la tierra, la Nación, la libertad... ¡oh la libertad!, está bien eso de echarle la culpa al vecino... "que yo no he sido, que fue parchís, que fue mi hermano el chiquitín"... manda güivels si no somos capaces ni de saludar al vecino de arriba y llevarnos bien con el de abajo... XD
Excelente reflexión sobre la guerra, nadie entiende porqué , pero sigue habiendo guerras todos los días.
ResponderEliminarLa explicación más lógica y el gran culpable creo que solo tiene un nombre: Poderoso caballero...
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, demos principio a LOS CUENTOS DE COLOR DE ROSA, y démosle evocando los amados recuerdos de aquel rinconcito del mundo que se llama las Encartaciones de Vizcaya, donde aprendí a amar a Dios, a la familia, a la Patria y al trabajo
ResponderEliminarYo soy de Burgos, en cuya ciudad nací y he vivido siempre, hasta que hace pocos meses caí quinto e ingresé en las tropas de la Reina. Mi padre era un empleado de modesto sueldo,....... ,mi madre murió también pocos meses antes de caer yo soldado; lo que me privó de eximirme como hijo de viuda pobre. No tengo ya en mi pueblo nativo más que recuerdos, todos ellos tristes, porque hasta los alegres de la niñez se me aparecen bajo el velo negro con que se cubre a los muertos
Vivancoooooosssss!!!! XDDDD
ResponderEliminarpero estudiar a estas alturas... puf!!!
ResponderEliminarY leer el cuento ese de Antonio Trueba????
!!!Te va a pillar el Talgo!!!
Ay! ay! ay! que me pilla, que me pilla.... chuuuuuuuuuu!!!! ¡PLOF!
ResponderEliminarXDDD
Que porqué surgen las guerras?, sólo lo saben quienes las llevan acabo, aunque creo que muchas veces ni ellos, los que me preocupan son como siempre, los civiles, que no tienen la culpa de que sus jefes se enfrenten.
ResponderEliminarYo creo que casi siempre les mueve la avaricia de querer algo que no es suyo o de tener algo más que el vecino.
Yo no me meto en si hay Dios o no, pero los que empuñan las armas son los hombres
Mil disculpas por contestar con un día de retraso.
ResponderEliminarAyer voy y me entero que por el Congo hay una especie de milicianos de corte fanático-religioso que se han cargado a 900 personas, 100 de ellas en un sólo día. ¿Qué es lo que se gana quitando la vida? ¿Dinero, gloria, poder, territorio? Sigo sin entender cómo hemos evolucionado en tantas cosas y en otras sin embargo seguimos igual que en los tiempos medievales (o peor).
¿Qué corazones pueden soportar el odio durante más de un de par de milenios? Al parecer, únicamente el corazón humano. Qué triste evolución. La selección natural nos debería haber barrido para evitar destruirnos a nosotros mismos.