

No le salió gratis: lo pagó con la vista. A los cuarenta y cuatro años quedó ciego. Él, que en la palabra escrita cifraba parte de su vida. Perdida la causa puritana, salvó la vida por una gracia. Entonces concibió lo que años después sería el poema épico inglés por excelencia: El Paraíso perdido. La forma en que el hombre y la mujer perdieron la inocencia. Con cerca de sesenta años, se levantaba a las cuatro de la madrugada y, mentalmente, daba forma a un centenar de versos. Después, quedaba a expensas de que alguno de los sobrinos tomara nota de lo que Milton le dictaba. –¿Cómo no estremecernos un poco ante la impaciencia de este hombre?–. Y así se compuso una magna obra (dividida en doce libros), en la que el diablo resulta más convincente que la figura divina que viene a salvar el mundo (W. Blake dirá que Milton es «del bando del Diablo sin saberlo»). No es sencillo leer los versos, pero es una historia la de Adán y Eva que cautiva: Adán está tan pendiente de Eva, que ésta le pide un respiro, el cual aprovecha el Diablo para ofrecerle la manzana del Conocimiento; Eva se la pasa a Adán y éste la muerde sabbiendo que perderá el Paraíso, pero no tiene más remedio: sin Eva no podría vivir. Milton los despide del Edén:
Su llanto, natural, muy pronto fue enjugado.
El mundo todo ante ellos, podían elegir
su lugar de reposo, guiante Providencia;
asidos de la mano con paso incierto y lento
cruzaron el Edén por senda solitaria.
Pocas despedidas tan hermosas en la literatura. Y, como arte trascendente, no solo es de Adán y Eva, sino la despedida de toda pareja humana que desee vivir su aventura unida, pues para ello necesita dejar su mundo anterior atrás. De lo contrario, no funcionará el empeño o lo hará a medias.
[La fotografía es un capitel de Estíbaliz, por J. A. Olañeta]
Lectura con historia
No hay edad para leer un libro
Un lugar en la mirarda I
Enhorabuena a los premiados y que disfruten de los libros que adquieran con el premio.
Ojala esta iniciativa se repita más veces.
Y todo esto viene a cuento porque está abierto el plazo del certamen de microrrelatos de Bar de Blas, un clásico ya en Burgos que va por el cuarto año en que saca esta convocatoria. El plazo de presentación termina el 23 de abril, por lo que hay que animarse rápidamente. Los relatos pueden tener un máximo de ciento setenta y cinco palabras (título aparte), pudiendo presentar dos por cabeza. Como es costumbre en estos trances, se presentará de un lado los relatos, con seudónimo, y junto a ellos la plica.
Está dotado con un primer premio de 300 euros; un segundo de 150 y un tercero de 100. Además, lo cual es interesante, existe un Premio Especial Pura Gula, consistente en cena para cuatro personas, premiando el microrrelato más divertido -¡Qué difícil es serlo escribiendo!-. El fallo se hará público el 27 de mayo.
Pues, bueno, a ver si hay suerte y alguien se invita a una cena.
Cada primavera nos acercamos a esta zona, agradeciendo su regalo. Son bola de cristal y alcancía de nuestro sosiego. Las visitamos, mañana o tarde, hasta que se marchita su color, apocándose, y las flores van desapareciendo entre las hojas vecinas. Nos recuerdan nuestra estancia en esta ciudad, que ya se prolonga en todo este siglo. Lo que quedó atrás. Las pérdidas. Los sueños. Los fracasos. Lo que ha llegado. La difícil aventura de comenzar la vida en un lugar nuevo, fuera de la juventud. La casa. La muerte rondando y venciendo algunas amistades. El ciberespacio. El nacimiento de la Vela Blanca -tan alejada la mar-. Las amigas de Burgostecarios. La alfabetización de inmigrantes. La Recolectora.
Crecen desparramadas, sin tocarse, bellas. Lo más difícil y precioso de la vida es la soledad entregada.
Cuando nos ven leyendo por la calle, hay quien nos dice que el exterior es para verlo y disfrutarlo; pero no hay cuidado: escuchamos los pájaros, saludamos a quien se nos cruza, sabemos de las hojas y… nos vemos con las violetas.
Torremozas encauzó su hacer en tres direcciones: Voces nuevas, inéditas o con alguna publicación sin demasiada difusión. Voces consagradas. Voces recuperadas, para firmas del pasado, muchas de ellas de difícil localización. Después vinieron Voces hispanoamericanas y Poetisas de habla no española, traducidas al efecto. Hoy ya cuenta con nueve colecciones y, lógicamente, su selección de Imprescindibles. Además, lleva los premios Carmen Conde y Voces Nuevas, de poesía, y Ana María Matute, de relato.
Son numerosas las mujeres que han iniciado su carrera literaria pública en esta editorial que ha aportado al panorama poético español una frescura como la que solo puede salir de ciertos cuerpos y de ciertas sensibilidades. (Curiosamente, un año después nace Celeste, también vigente hoy, que acoge muchas plumas femeninas de poesía.)
A día de hoy, la editorial dispone de más de quinientas las publicaciones en su catálogo. Aquí vamos a reseñar la antología que realizó en 2002 Luzmaría Jiménez Faro con el título Poetisas españolas, por creer que es, sin duda, uno de los proyectos por los que no pasa el tiempo. De ella, extraemos este poema de Mercedes Alario:
Es hora ya de desatar las cintas
que asían tus estrellas,
desanudar el sol de medianoche
y soltar las amarras
de aquella embarcación de nuestros sueños.
Mas…
¿Cómo saber, entonces,
si es de día o de noche en nuestras viñas?
¿si mi mundo está creándose de nuevo
o agoniza?
¡Cómo sabremos si amanece Dios!
Cambiadas las primeras impresiones, se pasó a tomar asiento. El material distribuido fue estudiado con escrupulosidad y, una vez asimilados los primeros dictámenes, se pasó a debatir hasta tocar fondo. Fue la parte más sólida. ¿Las aportaciones?, sabrosas. Qué decir de ello para que podamos hacer justicia a los encendidos argumentos con los que constantemente se cruzaba de lado a lado de las mesas. Nada sobraba. Cada gesto, cada indicación tenía su objetivo. Todo se pulía. Huelga decir que las conclusiones a las que se llegaron fueron enjundiosas. Algunas de ellas –por pintorescas– no nos resistimos a transcribirlas («Para ir a Nueva York no hace falta saber inglés», «Está de rechupete, me apunto a esa esquinita», «¡Como pille al del pimentón!», etc.); según puede colegirse, hubieran merecido una mayor profundización pero el tiempo era limitado y había que acabar con el total del temario propuesto. A cada tema, pues, le llegó su hora. En este punto, se escuchó el esperado discurso de fin de la sesión teórica, el cual emocionó por su clarividencia, arrancando los aplausos de las delegaciones, y siendo enriquecido puntualmente por la oportuna explicación (muy plástica) de algún asistente.
Restaba la parte más práctica (y, al tiempo, la más complicada), la culminación de esta Nochada. En vez de comisiones, se decidió que el trabajo fuera por parejas. Y aquí apareció la sagacidad y pertinencia de las propuestas. Sin renunciar a la tecnología, alternando programas de base líquida con amplificadores, se potenció lo tradicional: la voz. Pero qué digo voz, eran trinos cautivadores, sueños de la mejor literatura. Allí se musicaron los versos de Homero, las aventuras de Tintín, los cuentos del Decamerón, La vida es sueño, los espacios siderales, El arte de amargarse la vida, los cuentos de Grimm, El hereje, las dudas cartesianas, La puerta y un poblado etcétera. Al frente, destacaba la capacidad anfitriona de Iván, Pilar –¡qué vida!–, Fede –sobrao–, Sara –nada decae–, los Ignacios –Inigualables, sobre todo José–, Ana –¡tanto entusiamo!–, Juan Carlos –¡qué valor!–, Florinda –¿alguien da más?–, Javi –barriendo–, Celia –arte en movimiento–, Kike –atento–, Carolina –la sensibilidad–, Fernando –quien sabe, sabe–, Almudena –dominio de los nervios–. Trovadoras/es (no olvidemos que trovar es "encontrar") que han hallado lo nuevo en lo viejo.
Alrededor del tablado se alzaban los brazos en señal de adhesión o réplica (aunque, en todo caso, de admiración) de las intervenciones. Había quien llegaba con destacada participación en la comisión inicial: María, Toñi, Pilar. Teresa volvía con su sonrisa. El trabajo había sido intenso y hubo quienes lo acusaron pronto, teniendo que abandonar el recinto, con la consiguiente pena (y alguna lagrimilla) propia y ajena: Almudena, Sara, Josu, Sandra, Ricardo, Arantxa, Lola, Marian, Santi. En el recuerdo… las/os ausentes.
Como ya os presenté en junio del año pasado,
Con este concurso quieren que nos animemos a participar y reflejemos el mundo de la lectura: los niños destrozando los libros, el paisano dejando sus lentejas pegadas concienzudamente, a nuestros usuarios fieles, vamos lo que se nos ocurra
Las fotografías seleccionadas se publicarán en el Calendario de
Las fotografías podrán presentarse en formato electrónico o en papel, hasta el 31 de marzo 2010.
Ya de pequeñita cuando aún no iba a la escuela, mi abuelo me cantaba algo así como:
A, B, C, CH, D, la cartilla se me fue a los prados a pacer,
No me pegue padre mío que mañana la traeré..
Esos son mis primeros recuerdos del alfabeto y desde entonces no se me ha olvidado (conste en acta que no me considero lo que vulgarmente llamamos un lumbreras).
Es por eso que no llego a entender la gran dificultad que presentan algunos usuarios a la hora de buscar un documento en las estanterías.
Cuando amablemente explicas cómo localizar un autor determinado o les apuntas en un papelito la signatura, son muchos los que vuelven y dicen, pues no no está, he mirado en todas las estanterías y no está.
Claro es que no hay que mirar en todas las estanterías sólo en una, la que corresponde a la letra apuntada.
Me resulta incómodo explicar lo del alfabeto, siempre dices con una sonrisa que está todo ordenado alfabéticamente y en ocasiones te miran como si hablaras chino (que más quisiera yo, con el dinero que ganaría uno en estos tiempos conociendo ese idioma).
Pues bien he llegado a la conclusión de que no es cuestión de aptitud, sino de actitud, es mucho más cómodo que te den todo hecho y si además sabes hacerte el despistado ya tienes media vida resuelta.
Si habéis llegado hasta aquí leyendo, mis más sinceras disculpas porque se que toda persona capaz de leer cuatro párrafos seguidos conoce perfectamente el abecedario y sabe desenvolverse con soltura en una biblioteca, con dos pequeñas indicaciones.
Y una vez pedidas las disculpas pertinentes, agradecer al mundo que existan estos pequeños espacios para desahogar las penas y poder seguir atendiendo a mis usuarios con una gran sonrisa.
Imagen tomada de: